jueves, agosto 27

La esclavitud en Buenos AIres III

COMERCIO Y TRATA EN EL RÍO DE LA PLATA

  A manera de síntesis y para hacer comprensible la maraña de altibajos registrados en el comercio y la trata de negros en el Río de la Plata, se acompaña el siguiente cuadro esquemático:

  Primera época:

  - Asiento otorgado a Enrique Ehinger y a Jerónimo Sayller, entre 1518 y 1532.

  - Asientos parciales celebrados con varios contratistas en los años 1541, 1561, 1571 y 1586.

  - Contrato o asiento celebrado con Pedro Gómez Reynel entre 1595 y 1601.

  Segunda época o período portugués:

  - Asiento otorgado a Juan Rodríguez Coutinho, y a su hermano González Váez Coutinho, entre los años 1601-1603.

  - Renovación del asiento al segundo de los nombrados, en los años 1604-1609.

  - Asiento a favor de Martín Cuello o Coelho, en el año 1609. Como se comprobó que el titular era otro, se procedió a rescindir el contrato respectivo.


  - Entre 1609 y 1615 se realizó la trata de negros de manera directa, por parte de la corona española.

  - Asiento a nombre de Antonio Rodrígues Delvas, quien inicia la internación de negros al interior del territorio.

  - Asiento a nombre de Diego de Pereira en el año 1617.

  - Asiento a nombre de Manuel Rodríguez Lamego que se inició en 1623 y terminó en 1631.

  - Asiento parcial a favor de Nicolás Salvago, quien había comprado 1500 licencias libradas a nombre del arzobispo de Toledo, en el año 1631.

  - Asiento que duraría entre 1631 y 1640, pero que fue declarado anulado al estallar la revolución en Portugal.

  Tercer período:

  - Entre 1640 y 1651 se interrumpió la trata.

  - Entre 1651 y 1662 se volvió a la administración directa.

  Cuarto período o la transición:

  - Duró entre 1662 y se prolongó hasta 1684. Durante el mismo se otorgaron asientos a genoveses, portugueses, al Consulado de Sevilla, y a varios asentistas de distintas nacionalidades.

  Quinto período u holandés:

  - Se extendió entre 1685 y 1687, siendo anulado al fallecer el titular del mismo Baltasar Coymans.

  Sexto período o segunda transición:

  - Entre 1687 y 1689 se realizó la trata de manera directa. Entre 1689 y 1701 se sucedieron asientos a varios titulares, con complicaciones diplomáticas y guerreras que dificultaron la provisión de negros hasta que en

  - 1696 se celebró asiento con la Compañía Real de Guinea o Compañía de Cacheu, que eran de nacionalidad portuguesa. Duró hasta 1701.

  Séptimo período o asiento francés:

  - Tiene como duración los años 1702-1713 y el titular del asiento de negros fue la Real Compañía de Guinea de Francia.

  Octavo período o asiento inglés:

  El titular de este asiento fue Su Majestad Británica, quien lo transfirió a la South Sea Company, la duración del mismo fue entre 1713 y 1744.

  Noveno período.

  Se extiende entre 1744 y el Reglamento del Libre Comercio en 1778.

  Décimo período:

  - Comprende desde 1778 hasta 1824.

   También para simplificar y hacer más comprensible el problema del comercio y trata de negros, por medio de algunas cifras se da un panorama general de los distintos períodos señalados.

  Los negros estuvieron presentes en el Río de la Plata a bordo de los primeros buques hispanos que surcaron sus aguas. Posiblemente los primeros correspondan al embarque que hizo Diego García en la expedición de Juan Díaz de Solís. También estuvieron presentes con Caboto, Pedro de Mendoza, Juan Ortiz de Zárate, etc.

  Como se ha señalado reiteradamente es imposible determinar con exactitud, pese a la abundancia documental, cuántos negros entraron por Buenos Aires en total (vía legal y contrabando), como lo prueban los excesos cometidos por el obispo Vitoria cuando exportó a Brasil y trajo de retorno mercaderías europeas y negros esclavos, aduciendo que era mano de obra reclamada en el noroeste. Reafirman lo anterior las cartas de Hernando Arias de Saavedra al rey comentándole el contrabando realizado, la existencia de bandas de comerciantes porteños especializados en el ingreso ilegal y sus denodados trabajos para terminar con esas malas prácticas.

  Una estimación de los negros entrados por Buenos Aires entre 1588 y 1597 indica que nada más que el 17% corresponde al ingreso de negros por la vía legal. Confirma lo anterior la manifestación siguiente: Es imposible calcular el número de negros introducidos clandestinamente, pero el número de los apresados era tan grande, que obliga a pensar que si para los tratantes era notable la merma, la introducción furtiva debió ser cuantiosa para cubrir esas pérdidas.

  Cálculos realizados sobre el ingreso de negros esclavos desde las costas de Brasil entre 1606 y 1655, dan un total estimado de 26.650, que en realidad es mayor, por las deficiencias que presentan los documentos existentes en el A.G.N. y además por la pauta anterior. Por todo ello es posible calcular que el número correcto de negros esclavos ingresado llegó a superar los 160.000, correspondiendo una estimación de casi 135.000 a los ingresados de contrabando.

  El contrabando realizado en tal gran escala fue facilitado por una larga serie de factores como era el delta que forman el río Paraná con el Uruguay; la cercanía de las posiciones portuguesas; las posibilidades de desembarcar los negros a lo largo de la accesible costa bonaerense; la carencia de medios militares y navales, para combatir los desembarcos clandestinos; la práctica de permitir el ingreso de buques de arribada forzosa y la complicidad deshonesta de los funcionarios reales y cabildantes.

  La arribadas forzosas eran permitidas por razones de práctica marítima y de humanidad. Los buques que se presentaban ante la rada del puerto y solicitaban permiso para entrar y descargar, aduciendo falta de agua, comida, enfermos, averías graves ocurridas en la navegación o en el enfrentamiento con buques que los atacaron, como otros mil artilugios pícaros, aprovechaban para entrar parte del cargamento por la vía legal y parte por la ilegal, recurriendo a la complicidad administrativa.

  Este contrabando tenía doble vía, pues para salir del puerto y navegar a otros puertos realizaban las cargas clandestinas de los buques. Los productos que predominaron en Buenos Aires hasta mediados del siglo pasado, fueron los llamados frutos de la tierra, como eran los cueros vacunos, yegüerizos, sebos, grasas animales, pieles de animales salvajes, plumas de avestruz, crin, astas y al principio pequeñas cantidades de tasajo o cecina, destinada a alimentar a la marinería embarcada, pero que luego adquirió mayores volúmenes cuando el tasajo se convirtió en parte obligada de la comida de la población esclava en la mayoría de las plantaciones de azúcar, tabaco, añil, algodón, arroz y otras manifestaciones agrícolas. Como no siempre había disponibilidad de cueros prontos para el embarque, se procedía a equilibrar el ingreso (legal o ilegal) con dinero o metales preciosos, amonedados o en barras, provenientes de las minas del Alto Perú.

  Todo ello contribuyó a fortalecer la vida comercial de esta parte del continente que se encontraba muy alejada de las vías normales, al mismo tiempo que muy aislada por las reiteradas paralizaciones del comercio por la guerras internacionales que España mantuvo contra Portugal, Holanda, Francia e Inglaterra, al mismo tiempo que la declinación económica, política y militar acusada por el reino, después de Felipe II, adquiría niveles cada vez más altos, colocándola a merced de las naciones que lograban muy buenos niveles de desarrollo manufacturero y fabril, impulsando y consolidando las políticas internacionales de expansión y engrandecimiento.

  El asiento francés o de la Real Compañía de Guinea, se distinguió de los anteriores, por esta mejor organizado administrativamente en tierra, para recepción y venta de los negros esclavos.

  Durante su tiempo de acción es que se inició la concentración de negros en el lugar llamado El Retiro y que corresponde al actual emplazamiento del edificio Cavannagh, frente a la Plaza San Martín.

  Durante el tiempo que duró este asiento (1702-1714), oficialmente se registró el ingreso de 3475 cabezas de negros, equivalente a 2802 - 5/6 piezas de Indias, sobre las que se debió pagar aranceles de ingreso.

  La literatura internacional referida a la trata de negros, especialmente la emanada de investigaciones realizadas en los repositorios, españoles, portugueses, franceses, británicos y norteamericanos, dan como promedio y resumen constante las siguientes proporciones en lo referido a los ingreso legales y por ello contabilizados: 2/3 de hombres, 1/3 de mujeres y entre el 3-5% de niños muy menores. También, como resumen y promedio las pérdidas en las cargas oscilaban entre el 25 y el 30%, debido a múltiples razones, datos ya suministrados anteriormente, salvo los casos de hundimientos, pues entonces la pérdida era total.

  De las licencias o permisos de importación se cumplieron entre el 55 y el 58%. Entre el ingreso legal y el ilegal existió la siguiente proporción: 20-25% para el primero y 80-75%, para el segundo. En cuanto a la ganancia dejada por las operaciones del comercio o la trata de negros, es casi imposible establecer una cifra confiable, pero el piso rondaba el 180% de beneficios y el techo podía llegar a 300%, habiendo operaciones muy bien documentadas, donde se superó con largueza este techo.

  Por lo anterior es posible sostener que el verdadero ingreso de negros esclavos en el período que corresponde al asiento francés supera por mucho la cantidad de 20.000 cabezas de negros.

  Respecto a la introducción clandestina de mercaderías es posible indicar que en Buenos Aires existió la Pandilla del Barranco, dedicada casi exclusivamente a la introducción de contrabando.

  Utilizando poderosos catalejos, avistaban desde la barranca del río el ingreso de los buques y disponían de inmediato las partidas de gauchos para que se apostaran en la costa desde el actual Berazategui hasta la Ensenada de Samborombón, para recibir cantidades parciales de mercaderías que se llevaban de inmediato a ranchos o casas de campo, para ocultarlas y en caso de no haber construcciones, se las tapaba con parvas de paja. Muy rápido se producía luego el traslado de las cargas parciales recibidas hasta concentrarlas en quintas ubicadas en la zona de San Isidro, donde se procedía a separar lo destinado al mercado porteño y lo destinado al interior. El ingreso en la ciudad era lento, nocturno y para satisfacer la demanda de uno o dos comerciantes, pues muchos animales o carretas cargados marchando de noche llamaban la atención de las autoridades. Las mercaderías destinadas al interior se distribuían en arrias o caravanas de carretas que se desplazaban por distintos caminos a Santa Fe, Córdoba y Mendoza, para seguir más allá, si había demandas confirmadas.

  Por su parte el asiento inglés significó el desplazamiento de Francia en el comercio hispano con sus posesiones americanas y un fortalecimiento político, económico y militar de Inglaterra.

  Sus fluctuaciones han sido muy bien estudiadas y detalladas por la señora de Studer, por lo que se remite al lector a su obra.

  Una estimación de la cantidad de negros introducidos por la vía legal por la compañía inglesa a lo largo de los años que duró el asiento, posibles de contabilizar utilizando la documentación disponible en el A.G.N. entre 1722 y 1738, es de 7072 hombres, 3048 mujeres y 32 niños, totalizando 10.513, pero otra estimación posible de realizar utilizando otras fuentes informativas (españolas e inglesas) elevan esa cantidad a casi el doble.

  Siguiendo el patrón referido antes, sobre el porcentaje de introducción total, tomando en cuenta la cifra legal, para estimar el contrabando y luego arribar al total de la posible introducción. Es posible entonces que sobre esas cifras totales legales, lo introducido por contrabando ascendiera a algo más de 200.000 cabezas de esclavos (no piezas de Indias).

  Una estimación moderada de la cantidad de negros esclavos ingresados por la región del Plata desde la refundación realizada por Garay hasta 1813, de la cifra de 2.358.520, ingresos. Como se ha indicado antes, la mayoría de ella se distribuyó en las regiones del interior, siendo absorbida por dos focos principales, como eran Chile, con sus minas de cobre y el Alto Perú, con sus minas de plata. Por ello no ha de sorprender que en las cifras de los censos practicados antes de 1810, la cantidad de negros esclavos existentes en Buenos Aires resulte casi ínfima en proporción a la introducciones, que se verán más adelante.

  Para fines del siglo XVIII el comercio negrero estaba amparado y legislado por dos R. O. (1791 y 1798), y podían practicarlo españoles y extranjeros. La diferencia más notable era que los españoles podían introducir junto a los negros mercaderías variadas, mientras los extranjeros no podían hacerlo. Ambos tenían ciertas franquicias, como la de no pagar impuestos en el primer ingreso.

  El reclutamiento de la mano de obra esclava quedaba liberado a los puertos africanos y brasileños, pero a partir de 1800, se concentró en los primeros, realizando el tráfico únicamente en buques españoles, para evitar el contrabando que se hacía desde Brasil.

  Entre los elementos permitidos al ingreso, además de los negros, figuraban cristal de roca, goma, ébano, especias, marfil, máquinas para ingenios y algunas otras cosas. En el Río de la Plata, el puerto de Montevideo concentró la preferencia para el arribo de los buques de ultramar, por ser puerto de aguas profundas para la época. De allí podían o no traer los negros a Buenos Aires, venderlos en pública subasta y luego distribuirlos.

  Posiblemente la diferencia que resulta entre los ingresos legales comprobados y las estimaciones de los ingresos de contrabando, se deba a la deficiente anotación realizada en los documentos que hoy son posibles de consultar, respondiendo a modalidades contables de la época que resultan inaccesibles para notros que las desconocemos.

  De este ingreso, sea correcto o estimativo, una parte importante se destinaba a satisfacer las demandas de mano de obra del interior, como se ha señalado antes, absorbiendo Chile y el Alto Perú casi el 70% del mismo.

  Esas internaciones de negros esclavos a la provincias del interior o regiones vecinas, implicaron un doble contrabando. El primero consistió en acompañar a los negros con verdaderos convoyes cargados de mercadería que con el pretexto de llevar bastimentos, transportaban cuchillos, géneros, variadas telas multicolores aptas para la confección de ropa, espejos, abalorios, herramientas, ponchos y estribos fabricados en Manchester que desplazaban del mercado regional lo producido por las manifestaciones locales a las que superaban en calidad y baratura. De retorno traían frutos de la tierra, pero muy especialmente plata y oro, amonedado o en pasta, oculta en las bolas de sebo vacuno. Esta extracción ilegal motivó los continuos reclamos del Virreinato de Lima que veía drenar hacia el sud sus riquezas minerales.

  A pesar de los altibajos y períodos de suspensión, la trama comercial urdida desde Buenos Aires, para comerciar legal o ilegal, quedó intacta y se perfeccionó, después del cese del asiento inglés. Un ejemplo de la trama comercial urdida fue que el fletador de un buque que pudiera transportar 300 negros, al venderlos obtenía $75.000. Pero por la capacidad de carga de su buque, sólo podía retornar con $20.000, en frutos de la tierra, quedándose un remanente de $55.000, para futuros viajes. De esta manera, además del intercambio de negros por frutos, se multiplicaban las oportunidades de contrabando tanto en el ingreso como en el retorno.


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