sábado, septiembre 18

Los Pioneros

En el camino de los grandes pioneros 

Familia Darraud
En tanto pioneros de la colonización, la historia de los inmigrantes suizos sigue estrechamente los avatares económicos y políticos del país, entre la segunda mitad del siglo XIX y los primeros años del XX, período que se conoce con el nombre de "Argentina agro-exportadora".
Es por esa razón que para comprender la trayectoria de la colectividad suiza en Rosario se hace necesaria una mirada de conjunto sobre los momentos centrales de la evolución de Santa Fe, provincia que experimentó un crecimiento formidable en aquellas décadas y convirtió a Rosario en el puerto de salida de la producción de una vasta región del país (...).
Es posible distinguir dos momentos centrales en la marcha del proyecto agro-exportador en la provincia de Santa Fe, el primero, que corre entre 1850 y 1880, se desarrolla a partir de la llegada de los primeros contingentes de inmigrantes suizos, el trazado ferroviario y la creación de las colonias; el segundo, entre 1880 y las primeras décadas del siglo XX, marca el desencadenamiento de un proceso de expansión económica, anunciado desde la etapa anterior, que hará de Rosario la segunda ciudad del país. Éstos son los años de la inmigración masiva, cuando millones de europeos llegan a tierra argentina.

Tiempo de aventura
A partir de mediados del siglo XIX, la provincia de Santa Fe promueve la creación de colonias y la subdivisión de la propiedad territorial, en el marco de una política que busca resolver con urgencia el problema de un territorio con fronteras móviles, con una ausencia casi total de inversión de capitales y con insuficiente mano de obra. La construcción del ferrocarril Central Argentino será el elemento clave en el desarrollo de las colonias, con la conformación de un mercado regional y la constitución de una pequeña y mediana burguesía agraria, compuesta mayoritariamente por inmigrantes helvéticos provenientes de los cantones de lengua francesa y alemana.
Paulatinamente, al calor de un crecimiento sostenido, llegan a la provincia y a la ciudad suizos de todos los cantones y de todas las condiciones. Esta es una historia mucho menos conocida y por esa razón debemos subrayarla: ya desde la década de 1850 se constata la existencia de un número importante de tecineses en Rosario. En su mayoría son jóvenes solteros, de humilde condición, ligados a los diversos oficios de la construcción, quienes en el futuro jugarán un papel relevante en el desarrollo edilicio de la ciudad de Rosario.
Hacia 1864 quedó definitivamente encaminada la construcción del Ferrocarril entre Rosario y Córdoba, ciudades hasta entonces sólo accesibles con carretas o diligencias. La línea de 396 km significó un cambio trascendental para la ciudad y el país, permitió la salida de los productos del interior por el puerto de Rosario y sentó las bases para la definitiva consolidación de un mercado nacional que terminaría por dibujarse con la comunicación entre Buenos Aires y Rosario (1890), y más tarde con la extensión de vías hacia Tucumán y Mendoza.
Siguiendo la traza del Central Argentino se asentaron nuevas colonias que contaron con el aporte decisivo de inmigrantes suizos. De acuerdo con el contrato firmado entre el gobierno argentino y Guillermo Wheelwright, la Compañía del Central Argentino formó una empresa colonizadora que en 1869 encomendó a Guillermo Perkins contratar inmigrantes europeos para establecerse en Roldán, primera estación del ferrocarril y punto donde comenzaba el derecho de la empresa a las tierras.
El primer contingente, compuesto por 25 familias oriundas del cantón de Berna, llegó a Rosario en marzo de 1870. A su arribo recibieron casas de madera, alambre para cercos, implementos y provisiones que les permitieron emprender el trabajo de manera inmediata. Así, a 20 km de Rosario, comenzó a formarse la colonia que fue llamada Bernstad (ciudad de Berna) y que hoy conocemos como Roldán. La segunda colonia fue fundada en el cruce entre el río Carcarañá y la vía férrea, y tomó el nombre de dicho río. En 1872, la habitaban 89 familias de las cuales 20 eran suizas. Entre las dos colonias iniciales se fundó, ese mismo año, San Jerónimo Sud, poblada fundamentalmente por suizos. Esa localidad se encontraba administrativamente dentro de la jurisdicción de Bernstad, junto con Zavalla. También para 1870 se fundó Cañada de Gomez, con colonos ingleses, italianos y suizos. El proceso continuó más tarde con la creación de Tortugas, Amstrong, Leones, Marcos Juárez.
En 1870, junto con el arribo de los contingentes europeos, se instalan en Bernstad colonos provenientes de otras localidades que habían llegado al país en años anteriores. En general, se trata de inmigrantes que no habían obtenido concesión de tierras en otras colonias. También se encuentran suizos que instalados inicialmente en los centros urbanos intentan suerte en la labor agrícola. He aquí un ejemplo de un vasto fenómeno de movilidad geográfica que caracteriza al grueso de la inmigración europea en aquella época, y que en el caso de los suizos está motivado fundamentalmente por el afán de acceder a una parcela de tierra. (Del mismo modo, los campos de Sierra de la Ventana, en la provincia de Buenos Aires, fueron colonizados en 1885 por la empresa Tornsquist y Cía., con colonos provenientes de Baradero, Bernstad y Carcarañá).
En este primer período del proyecto agro-exportador, la historia de la ciudad de Rosario se vincula estrechamente con la de las colonias y poblados santafesinos. En verdad, ambas forman parte de un mismo espacio y de un mismo proceso, signado por una notable movilidad que hace que los inmigrantes transiten sin descanso de una a otra región, de una a otra ciudad.
El signo de la diversidad
En el trabajo El inmigrante suizo en la colonia Bernstad, Sandra Mengarelli y Elena Wullschleger han analizado el recorrido de más de una decena de colonos antes de su radicación en esa localidad. Ilustrativo de ese desplazamiento es el recorrido de Samuel Hegi. Natural de Berna, llegó a la Argentina en 1857, cuando contaba con 37 años de edad. En principio se instaló en Buenos Aires, luego se trasladó a Carmelo (Uruguay), más tarde se afincó en Baradero, luego pasó por Coronda, hasta establecerse definitivamente en Bernstad, en 1870. Murió en Rosario, en 1873.
Tal capacidad de traslado indica también una notable variación en los oficios que podía ejercer un mismo inmigrante: Pedro Dürst había realizado desde su llegada al país los trabajos más diversos —peón, leñador, empleado, agricultor, propietario (frustrado) de un hotel en Esperanza—, hasta convertirse con los años en el maestro más destacado de las colonias suizas de Santa Fe.
La ciudad de Rosario, que en ciertos casos aparece como el lugar elegido con premeditación por algunos inmigrantes, resulta, en otras ocasiones, el último destino de un largo itinerario que lleva al viajero por distintos lugares del país, o de la provincia, en búsqueda de una parcela de tierra o de un trabajo expectante. Ello significa que en estos años la ciudad no poseía todavía el carácter de polo de atracción determinante para el inmigrante helvético que sí adquirirá en las décadas siguientes.
En suma, en este primer período que se extiende hasta 1880, nos enfrentamos a un proceso marcado por la diversidad. Los inmigrantes provienen de diferentes cantones, clases y grupos sociales. Sus recorridos en Argentina obedecen también a comportamientos disímiles, un grupo mayoritario se ubica en las colonias dedicado a las actividades agrícolas y grupos más reducidos se instalan en los centros urbanos.
Esos suizos comparten, sin embargo, algunos rasgos en común: un notable nivel de instrucción, un acendrado espíritu de cuerpo y la adhesión a un conjunto de valores culturales que definen el carácter de esta comunidad. A ello se agrega que las mismas características del proceso migratorio en este primer estadio (que impone en el inmigrante un marco de expectativas ciertas, pero también de fuertes incertidumbres en cuanto al futuro) desalienta la expresión de jerarquías al interior del mismo grupo étnico, y más bien favorece las extensión de comportamientos solidarios aun entre compatriotas con situaciones económicas muy distintas. Por lo demás la estructura productiva de las colonias agrícolas determina una sociedad fuertemente igualitaria en cuanto a los ingresos y a las condiciones de vida.
Son estos grupos pioneros, de todos los cantones, quienes desarrollarán en conjunto una activa labor comunitaria mediante la creación de asociaciones étnicas y culturales a lo largo de la provincia. Asociaciones imbuidas de un espíritu liberal: sus miembros se adherían libre y voluntariamente, al tiempo que se los consideraba iguales en derechos.
Raquel Galuppo / Alejandro Moreira
Fuente: La Capital 

 

viernes, septiembre 17

"Todavía hay un corazón que late añorando la tierra donde nací"

El testimonio de una italiana que llegó de niña; sus padres se radicaron en Tafí Viejo. Las comidas y postres de su madre. "Fueron épocas difíciles".


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 A PURA MUSICA. Una foto familiar de los Orlandi, radicados en Tafí Viejo. LA GACETA / GENTILEZA FAMILIA ORLANDI
"Mi madre cocinaba pastas los jueves y domingos; era como que estaba decretado así. Y amasaba el pan para toda la semana. De las comidas argentinas rápidamente adoptamos el asado y también la mazamorra, el locro y el arroz con leche. Mi mamá trajo las recetas de Italia del licor de vino-uva, y también preparaba licores cítricos y de huevo. Y cortaba en trozos delgados parte de la masa de los tallarines, los fritaba y les ponía azúcar. También preparaba ciambelle, rosquetes hechos con una masa de harina y huevo. Después los ponía en agua hirviente un rato, los sacaba y les agregaba azúcar impalpable, y se terminaban de cocinar en el horno de barro. ¡Qué cosas ricas!" Con los ojos iluminados de nostalgia, Rossana Orlandi de Valdez, de 67 años, evoca sus primeros años en Tafí Viejo, tras la llegada desde Tolentino, provincia de Maserata, en compañía de sus padres (Luis Orlandi e Irma Guglielmi) y de su hermana Gabriela, en octubre de 1947.

"Eran épocas difíciles -agrega-. Veníamos a un país en el que no conocíamos a nadie, sin trabajo y sin saber el idioma. Solamente traíamos la buena predisposición para adaptarnos. Tenía 4 años cuando llegamos, y mi hermana, 7. En Italia, mis padres tenían una casa y un campo en el que cosechaban trigo. Decidieron venir porque mi abuelo, Juan Orlandi, ya había llegado en 1912 con otros hijos, antes de la Primera Guerra Mundial. Mi nono murió de una enfermedad unos meses antes de que llegáramos, por eso no lo conocí. Aquí se completó la familia cuando nació mi hermano Arnaldo". La mujer contó que para venir había que sacar documentos en Italia en los que constara que no eran indigentes, que tenían propiedades y que eran llamados por sus parientes.

Su padre comenzó a trabajar con un camión, transportando cemento desde Frías a Tafí Viejo para la fábrica de mosaicos de su hermano. Hizo eso durante 8 años. Después trabajó en los talleres ferroviarios y luego se dedicó al comercio de gas en cilindros y garrafas. Sobre los juegos de su niñez, recordó la payana, la rayuela, el salto de la cuerda, la pilladita y las escondidas. Tanto ella como sus hermanos completaron la educación primaria y secundaria.

"Los chicos esperábamos las fiestas de Navidad y de Reyes. Recuerdo que mi papá cantaba y tocaba con el acordeón tarantelas, saltarellos, valses, pasodobles y tangos. Pero lo que más disfrutábamos eran las fiestas de carnaval y los desfiles de carrozas y murgas. Era algo nuevo, porque aquí -a diferencia de en nuestro pueblo- se tiraba agua, harina, papel picado: la avenida Alem quedaba llena de barro. Los bailes de carnaval y las fiestas de la primavera eran hermosos. También nos divertíamos con las tertulias -bailes en las sociedades Italiana y Española- y los ’asaltos’ en las casas: las chicas llevábamos galletitas con picadillo y los varones las bebidas", evoca. Y dice que "todavía hay un corazón que late añorando la tierra en la que nací: los ojos están puestos siempre en el horizonte.

jueves, septiembre 16

Hallan restos arqueológicos en una excavación en calle Alberdi

Se encontraron vasijas, huesos de animales, herramientas y material de lo que pueden haber sido unas calles y un acueducto. Es un hallazgo que data de la época colonial y precolombina.


Las reparaciones de un caño maestro de la red cloacal en calle Alberdi 340 de Ciudad resultaron un hecho de trascendencia para la comunidad arqueológica, ya que a dos metros de profundidad hallaron restos de lo que puede haber sido una calle construida entre los siglos XVI y XVIII y cerámicas indígenas que serían del siglo XV.

También encontraron clavos, huesos de animales, una herramienta de piedra y vasijas. Las excavaciones se realizaron en esa calle entre Montecaseros y Federico Moreno.

El hallazgo tuvo lugar la semana pasada luego de que el equipo del Centro de Investigaciones Ruinas de San Francisco fuera alertado por la Municipalidad sobre las reparaciones y comenzaran a trabajar en conjunto con la esperanza de obtener una mirada sobre lo que descansa debajo de las calles de Mendoza.

Horacio Chiavazza, arqueólogo y director del Área Fundacional, explicó que prestaron especial atención a estos trabajos. “Esa calle está sobre la traza de lo que era el acueducto que antiguamente traía el agua desde El Challao hasta donde ahora está la plaza Pedro del Castillo”.

El equipo -arqueólogos, becarios y estudiantes de la UNCuyo- trabajó durante tres semanas y al examinar la zona, hallaron cuatro niveles arqueológicos. El más cercano a la superficie es un empedrado –calle– de los siglos XIX o XX, luego viene otro, hecho de ladrillo y argamasa –mezcla de arena y cal– que sería del año 1800. Más abajo hallaron otro de canto rodado que estiman puede ser del año 1750 y el último es un empedrado que podría pertenecer a los siglos XVI o XVII.

Sobre el nivel de ladrillo y argamasa, el equipo tiene dos hipótesis: que se trata de parte del acueducto o que haya sido una calle.

“Este descubrimiento tiene un doble valor: nos permite seguir incrementado el conocimiento de los bienes patrimoniales de la época colonial e indígena y, además, nos permite conocer aspectos de la vida cotidiana de esa población como la construcción de sus calles y qué basura arrojaban en ellas”.


Los hallazgos
“Las cerámicas se conocen como viluco, son anaranjadas con decoración pintada que se les atribuye a los huarpes y serían de los siglos XV o XVI”, explicó Chiavazza.

También encontraron una herramienta de piedra que puede pertenecer a los indígenas de la época previa a la Conquista o a aquellos que llegaron a convivir con los europeos.

Sobre los huesos de animal agregó: “Si logramos asociar ese animal al consumo humano, podemos determinar qué dieta tenían y qué incidencia tenían en su alimentación los recursos faunísticos, como la carne e incluso si existía algún tabú alimentario”. La presencia o ausencia de ciertos animales ayuda a los académicos a conocer las condiciones ambientales propias de la época.

En 15 días habrá un informe sobre los hallazgos. “De lo descubierto no surgió producto de una investigación sostenida, sino de un trabajo de urgencia. Se trató de documentar rápidamente, ver qué características tenía y determinar si había posibilidades de que los trabajos de Obras Sanitarias destruyeran estos restos”.

Como la repavimentación de la calle no supone un riesgo para lo hallado, ahora lo que harán es cubrir las excavaciones. “Lo que se hace es tapar los restos con nailon, luego se les coloca tierra fina, se deja una moneda actual –del año 2010– a modo de indicador temporal y se continúa con la repavimentación”.

Californianos buscan preservar herencia hispana y mexicana

San Diego/EFE - La organización “Los Californianos” busca preservar la herencia cultural de las personas de origen hispano cuyos orígenes se remontan a los colonizadores de la Alta California antes de la firma del Tratado de Guadalupe Hidalgo en 1848.
Enfocados en la conservación de la historia, música, cultura, infraestructura de los también llamados “Californios”, el grupo además compila la genealogía hispánica de esos pobladores del siglo XIX que se asentaron en la zona de la Alta California.
La provincia de Las Californias, parte del virreinato de la Nueva España, estaba dividida bajo una línea que separaba las misiones franciscanas en el norte, lo que es hoy Nevada y California, también conocida como Alta California, de las misiones dominicanas del sur, que forman lo que hoy es Baja California en México.
“Estamos tratando de preservar la herencia Hispana de los soldados y sus familias quienes establecieron los presidios y las misiones”, dijo a Efe el portavoz del grupo, John Lorenzana.

Un ejemplo de la herencia de los “Californios” que el grupo trata de preservar, dijo Lorenzana, es el legado de los “Soldados de Cuera”, cuyos descendientes todavía viven en California.
Los “Soldados de Cuera” eran miembros regulares del ejército español hasta antes de 1820, con la distinción de que patrullaban a caballo vestidos con uniforme de piel y que tenían como obligación mantener a seis caballos.
Durante la mayoría del período español solo había cerca de 220 soldados españoles en la Alta California, frente a cerca de más de 200.000 indígenas.
Considerados entre los mejores jinetes del mundo, se les reclutaba de los ranchos del norte de México, además de California y Arizona, y utilizaban vestimenta de cuero para protegerse tanto de las espinas del desierto local como de las flechas, arma favorita de grupos indígenas que resistían la dominación española o que atacaban las misiones en búsqueda de ganado, caballos o mujeres.
“Entre ocho y diez soldados de cuera, tras un ataque, se lanzaban con seis caballos cada uno a la persecución de los fugitivos, de forma tal que cuando un caballo se agotaba pudieran rápidamente cambiarse al siguiente. La persecución seguía hasta que los indígenas escapaban a las montañas o se diera una batalla, usualmente corta, en la que abandonaban parte del botín, escapando con el resto”, dijo Lorenzana.
“Los Californianos” fue fundada en diciembre de 1968, en anticipación del bicentenario del descubrimiento de la Bahía de San Francisco en 1769 por parte de la expedición liderada por Don Gaspar de Portolá.
El grupo presta atención especial en la creación de materiales disponibles al público, particularmente a los estudiantes de cuarto año en escuelas de California, ya que en ese grado es cuando se enseña ese período histórico en los programas de estudio locales.
“Nos esforzamos en asegurar que haya una interpretación exacta y auténtica en forma oral, escrita e icónica sobre la historia española y mexicana en la Alta California”, destaca el grupo entre sus objetivos.
Con actividades tanto en el norte como en el sur de California, el grupo busca crear conciencia sobre la cultural de la época, con exposiciones de cerámica del período que se exhibe hasta el próximo enero en el Parque Estatal Histórico El Presidio de Santa Bárbara.
También promueven eventos como el realizado el segundo sábado de cada mes en la Biblioteca Pública de Los Angeles, donde la Sociedad Genealógica de la América Hispana ofrece ayuda para crear un árbol genealógico.
También se efectúan reuniones/festivales trimestrales en la ciudad de Vista, y mensuales en San Diego, abiertas al público con actividades, conferencias, música, danza y recreaciones de la vestimenta del período.
“Los Californianos” también cuentan con una biblioteca genealógica itinerante, que puede ser consultada por el público, junto con las publicaciones “Antepasados” y “Noticias para Los Californianos”, y ofrecen copias históricas de concesiones de tierra expedidas por autoridades españolas o mexicanas.
El grupo forma parte de organizaciones que buscan preservar y estudiar la herencia tanto mexicana como española de California, entre ellas la Asociación de Estudios de la Misión de California, la Sociedad de Investigación Histórica y Ancestral Hispana, Los Fundadores y Amigos de Alta California, y Los Pobladores 200.

miércoles, septiembre 15

Las estrellas van en busca de su historia

“Mis antepasados ...”. La serie ayuda a distintos famosos a rastrear en su árbol genealógico. En el primer episodio: Susan Sarandon y su abuela.

Sucesos ocultos, personajes extravagantes, períodos en blanco... hay en la historia de todas las familias. ¿Quién no desearía que todo un equipo de investigadores se dedicara a rescatar aquellas cosas de nuestro álbum familiar que más curiosidad nos provocan? Algunas celebrities gozan de esa suerte en la nueva serie del canal Infinito titulada, justamente, Mis antepasados: los famosos en busca de su historia , que se emite los jueves a las 21.
Susan Sarandon (en la emisión de hoy), Sarah Jessica Parker, Jeremy Irons, Lisa Kudrow, Kim Catrall, Brooke Shields, Matthew Broderick y Spike Lee, entre otras figuras, intentan reconstruir su árbol genealógico en un viaje donde muchos descubrirán cosas insospechadas. Y otros encontrarán parientes desconocidos que viven alrededor del mundo, o llegarán a ver cómo sus ancestros dieron forma al mundo en el que ellos viven.

El esquema del programa es sencillo y, a la vez, emotivo. En cada uno de los episodios la figura involucrada busca toda la información entre sus familiares, y luego es apoyada por expertos en genealogía. El trabajo conjunto será clave para llegar lo más atrás posible en la historia de cada personaje. Habrá entrevistas a personajes que tienen mucho para develar, y habrá viajes por los Estados Unidos y el mundo, de manera de tener una idea completa de cómo fueron los lugares y las circunstancias que rodearon a sus antepasados en el desarrollo de sus vidas. Entre otros asuntos históricos que aparecerán en la serie, se tratarán los años del esclavismo, la Guerra Civil estadounidense o el Holocausto judío.
Susan Sarandon, la actriz que protagoniza el episodio de hoy, siempre estuvo intrigada por la historia de su abuela, la enigmática Anita Rigali, que desapareció cuando Leonora, la madre de Susan, era apenas una nena. Anita sólo volvió a aparecer una vez, cuando Leonora era adolescente, y nunca más se supo nada. Susan había oído que Anita fue bailarina en Nueva York, pero nada era seguro. En esta investigación, la protagonista de Thelma y Louise se enterará de que Anita tuvo una infancia pobre, y que pasó por una tragedia. También viajará a Italia en busca de la línea familiar de los Rigali, y de vuelta en Nueva York encontrará un certificado de defunción que dará con el destino de Anita y con el eslabón perdido para localizar a unos parientes desconectados por mucho tiempo.
La protagonista de Sex and the City , Sarah Jessica Parker, será la estrella del episodio del jueves 16. La actriz siempre supuso que sus familiares eran inmigrantes recientes a los Estados Unidos. Sin embargo, tras viajar a los campos de oro en el norte de California, descubrirá documentos que involucran a un antepasado con uno de los acontecimientos más terribles de la historia estadounidense. Le seguirá la historia de Brooke Shields, quien se embarcará en un viaje para ver de qué lado de su diferente y dividida familia se siente más cómoda. Por un lado están los austeros ancestros de su madre, en Nueva Jersey, y por el otro una ilustre familia aristocrática europea, de lo más influyente en la Italia del siglo XIX.
El último capítulo del mes está dedicado a Matthew Broderick (el actor de Godzilla , Negocios de familia y más). A pesar de ser muy apegado a su padre, Matthew sabía muy poco acerca de sus abuelos paternos. Había oído rumores sobre su abuelo como un héroe de la Primera Guerra Mundial, pero nunca supo si era cierto. El actor resolverá éste y otro misterio: el destino, y el lugar de entierro, de su antepasado Robert Martindale, soldado de la Unión en la Guerra Civil.
Esta serie se repite los domingos a las 14.

Instituto pide familia RD muestre documentos parentesco Cervantes


Afirman que la ley sólo reconoce parentesco cuando hay de por medio papeles que avalen la filiación
Escrito por: ARISTIDES REYES (areyes@elnacional.com.do)

El Instituto Dominicano de Genealogía invitó a la señora Margarita Marmolejos Cervantes que aporte la documentación que avala su parentesco con el escritor español Miguel de Cervantes.

En una comunicación dirigida al director de El Nacional, Radhamés Gómez Pepín, firmada por el presidente del referido organismo, Leonardo Díaz Jáquez, señala que en derecho, sólo el que aporte documentos civiles que demuestren una filiación puede considerarse descendiente de otro.

“Valerse de la tradición oral para fundar un vínculo consanguíneo es de cuidado, pues en muchas ocasiones el testimonio transmitido a través de varias generaciones puede llegar a las generaciones actuales en forma distorsionada o incompleta, de modo que imposibilite recomponer de manera fehaciente relaciones de parentesco.

A continuación el texto de la carta de Díaz Jáquez dirigida a Gómez Pepín:

“EI Instituto Dominicano de Genealogía, Inc., a propósito de los recientes trabajos publicados por la periodista Pilar Moreno en el diario bajo su dirección en fechas 5 y 7 del corriente, que dan cuenta de personas a quienes se les atribuye "una estrecha contigüidad familiar" con el escritor español Miguel de Cervantes en el país, tiene a bien exponer a Ud. los siguientes razonamientos:

"1. La prueba de la filiación, como ha juzgado la Suprema Corte de Justicia, esta sujeta a las regulaciones del Código Civil, el cual exige para ello la presentación de los actos del Estado Civil correspondientes, emanados del oficial publico competente para expedir dichos documentos (Cas.25 febrero 1998, BJ. 1047, p.447). Es así como los actos del Estado Civil permiten establecer los vínculos de consanguinidad entre personas pertenecientes a una o varias generaciones. Con la correlación entre actas de nacimiento, matrimonio y defunción, es posible determinar sus grados de parentesco y su relación directa o colateral y, consecuentemente, establecer su genealogía. Es de aquí que quien pretenda vincularse a un sujeto como descendiente directo o colateral de un personaje del pasado, debe fundarse, ante todo, en la información provista por los registros civiles.

“2. Es de derecho que sólo el que demuestre su calidad puede ser considerado como parte de una sucesión. Así, un parentesco no puede reputarse como verídico hasta tanto no se aporten las pruebas que lo avalan. En ese sentido, mientras los descendientes de Juana Cervantes Alcolea de Marmolejos, hija de José (o Diego) Cervantes, español radicado en Cuba, y Cayetana Alcolea, con forme los citados artículos, no reúnan las actas que correspondan a los nacimientos, matrimonios o defunciones de sus ascendientes matemos en línea directa hasta donde generacionalmente sea posible, para establecer su entronque colateral con Miguel de Cervantes, el "cercano parentesco" que aluden tener con el autor de El Quijote es solo una presunción fundada en la tradición oral.

“3. Valerse de la tradición oral para fundar un vinculo consanguíneo es de cuidado, pues en muchas ocasiones el testimonio transmitido a través de varias generaciones puede llegar alas generaciones actuales en forma distorsionada o incompleta, de modo que imposibilite recomponer de manera fehaciente relaciones de parentesco.

“4. En muchas familias, ciertas tradiciones orales han podido ser confirmadas al establecerse que su contenido coincide con determinados documentos o incluso con otras versiones de las mismas, debidamente soportadas en fundamentos escritos. En otras, "las historias de familia" han resultado ser falsas, derrumbándose ante elementos de prueba que permiten constatar, de forma irrefragable, que los hechos que constituyen su estructura son insostenibles o absurdos.

“5. La fuente oral, si bien goza de aprecio entre los genealogistas, amerita pues ser depurada, contrastada y tamizada en sus contenidos para servir de base a una afirmación en esta materia.

“6. Si existiese algún parentesco entre Miguel de Cervantes Saavedra, personaje del siglo XVI, y Juana Cervantes Alcolea de Marmolejos, nacida en el siglo XIX, el vinculo familiar se remontaría a mas de trescientos años. Solo con el hallazgo de documentación referida a parientes de Juana Cervantes Alcolea en las generaciones correspondientes a sus ascendientes paternos en línea directa que permita establecer ese entronque, si es que existe, sus descendientes podrían efectivamente reputarse como pertenecientes a la estirpe de la máxima figura de la literatura española”.

Cervantes

Miguel de Cervantes Saavedra fue un soldado, novelista, poeta y dramaturgo español. Se supone que nació el 29 de septiembre de 1547 en Alcalá de Henares y murió el 22 de abril de 1616 en Madrid, pero fue enterrado el 23 de abril de ese año.

Haciendo genealogia....un poco de humor!

martes, septiembre 14

Tres siglos de Turón en una web

Dos mierenses presentan una página de internet que recoge datos personales de vecinos que residieron en el Valle entre 1627 y 1893

Turón (Mieres),
C. M. BASTEIRO
Los vecinos de Turón tienen ahora más fácil que nunca encontrar sus raíces en internet. David y Jorge Varela, dos vecinos de Turón, padre e hijo, residentes en Bélgica, presentaron ayer la nueva página web del Valle de Turón (www.elvalledeturon.net), un sitio virtual en el que colgarán su trabajo de investigación sobre la genealogía de la zona. Se trata de una recopilación de datos de habitantes del valle (nombres completos, vínculos familiares o información de registros civiles) que residieron en Turón entre 1627 y 1893.

La presentación de la nueva página web tuvo lugar ayer, en el Ateneo y tuvo gran afluencia de público. El acto contó con la presencia de Jorge Varela, que disculpó la ausencia de su padre, David, que no pudo viajar a Asturias en esta ocasión. Varela explicó que el nacimiento de la web «está íntimamente ligado a nuestro cariño por el valle de Turón». Y es que, lleva viviendo en Bélgica 47 años pero no se ha olvidado de su tierra natal. «Al estar lejos, te sientes como si no pudieras hacer nada por tu pueblo. Con la aparición de las nuevas tecnologías pudimos crear este archivo y, por fin ahora, lo vemos plasmado en una página virtual».

El nuevo sitio web de Turón será mucho más que un archivo sobre los ancestros vecinales. También habrá un lugar para los más jóvenes y para la cultura. «Queremos que todos los vecinos se informen sobre las personas destacadas del valle, y sobre la actualidad, a la vez que están en contacto con sus seres queridos», señaló Varela.

El artífice de la página web fue su padre David, de 86 años. «Echa mucho de menos su tierra, las raíces tiran mucho», comentó Jorge Varela. Su trabajo de recopilación comenzó de forma privada, haciendo «una genealogía para nosotros». Sin embargo, cuando terminaron de trabajar se dieron cuenta de que los resultados eran demasiado amplios «para dejarlos en casa» y decidieron crear la página para disfrute de todos los turoneses.

Fue un trabajo duro. El diseño y la programación del contenido comenzó en mayo y hasta ayer no se pudo hacer público. Sin embargo, Jorge Varela, que ha sido el «webmaster» del sitio virtual, se mostró «complacido de poder compartirlo con todos».

lunes, septiembre 13

Una marenda al estilo piemontés

Los santafesinos descendientes de piemonteses pudieron experimentar una antigua tradición de sus antepasados: la marenda que recibían sus incansables nonos en el campo después de la diaria fatiga de los trabajos rurales.


Unos canastos repletos de salamines, pan casero, dulces y vinos llegaban todas las tardecitas a quienes habían dedicado su jornada a un laborioso trabajo en el campo del piemonte italiano.
En aquella “ceremonia”, destinada a los incansables agricultores y ganaderos, eran las mujeres las que llegaban con esa recompensa y compartían con ellos un momento de alegría, donde no faltaba la música.
La tradicional marenda piemontesa todavía se conserva en la memoria de los descendientes de aquellos piemonteses que se radicaron en nuestro país. Por este motivo, el Centro Piemontés de Santa Fe organizó en su sede de 3 de Febrero 3253 -por segunda vez- su Marenda Sinoira, para recuperar y revalorizar esta antigua manifestación popular.

“La idea es recuperar el espíritu que animaba a las marendas en el pasado: aquél de la gente simple y laboriosa que conocía el buen humor, la alegría de las pequeñas cosas y sabía apreciar el placer de una amigable compañía, de una bella cantada, con la voz más sonora producida por un buen vaso de vino de la propia tierra”, explicaron desde la institución.
De esta manera, los participantes pudieron revivir aquella experiencia de sus antepasados y degustar los más ricos salamines, quesos, aceitunas, codeguines, pan casero, pizzas, quesos, dulce, vinos y masitas típicas piemontesas, servido con vino, mate cocido o café, y amenizado por música y bailes típicos argentinos e italianos. Tampoco faltaron las ganas de cantar a viva voce esas antiguas canciones transmitidas de generación en generación.
En esta oportunidad actuaron el grupo Le masná, perteneciente al Centro Piemontés; el grupo Sikania de la Asociación Famiglia Siciliana; y el ballet del Liceo Municipal que dirige la Prof. Mirian Cid. Ofrecieron bailes típicos argentinos e italianos y -entre ellos- representaron un cuadro llamado “La siembra”, referido a la agricultura, actividad que distingue a los piemonteses.
A pesar de que se desconoce con exactitud cuándo se originó esta tradición, se sabe que es una larga y alegre comilona hecha siempre entre amigos. El mejor horario para realizarla era las 17.30 o las 18, para proseguir hasta bien entrada la noche.
Con esta segunda edición de la marenda, “nos proponemos ennoblecer los productos artesanales largamente difundidos en la cultura gastronómica popular, habitualmente consumidos durante las meriendas, proponiendo una reseña de los tradicionales alimentos, frescos y en conserva que encuentran hospitalidad en el menú de la Marenda Sinòira Piemontese, es decir, los productos de la tradición campesina”, explicaron desde la institución.
Y continuaron: “Estas reuniones, donde degustamos diversos platos de la comida piemontesa, se realizan con el objetivo de preservar y mantener las costumbres de nuestros inmigrantes italianos, reviviendo aquellas tradiciones de la gente simple y laboriosa que apreciaba las pequeñas y simples cosas y que, generalmente, sólo se conservan en los recuerdos de los menos jóvenes”.
ALEGRE COMILONA
La marenda -precisaron- era apreciada por los agricultores y ganaderos inmigrantes piemonteses que llegaron a poblar, producir y procrear en los campos argentinos, después de la diaria fatiga de los trabajos rurales. Cuando arribaron a Argentina recibieron extensiones de tierra sin producir y nuestros nonos tuvieron el orgullo de transformarlas en fértiles.
El trabajo era arduo -advirtieron- pero el hombre, incansable y pasivo, amaba lo que había recibido. Con los pocos medios que contaba y, fundamentalmente en tiempo de cosecha, se necesitaban muchas personas para levantarla. Entonces, todos ayudaban a todos: los hombres iban al campo y las mujeres y niños quedaban en el hogar y, como aquellos no podían perder el tiempo volviendo a la casa a merendar, la familia le llevaba un refuerzo de comida, para alimentarse pero también para paliar en parte las inclemencias del tiempo.
Por último, desde el Centro Piemontés comentaron que “los trabajadores hacían una señal, tal vez cuando la vuelta del trabajo estaba más cerca de la casa. Entonces, los chicos ya tenían el sulky preparado con el caballo más manso y las mujeres habían colocado en un cesto (nuestro cavañin) salames, quesos, el infaltable dulce de membrillo, pan casero, los bizcochos que una vez eran bagase y otras veces canastrelli o torchet.
No faltaba -concluyeron- el buen vino fresco, puesto en el pozo desde la mañana, agua fresca y algo caliente, mate cocido o café para beber al final con los dulces. Luego, estas meriendas pasaron a ser una comida de media tarde, después de las carneadas, cuando venían visitas o simplemente en cualquier oportunidad.

Fuente:ElLitoral.com
           Nosotros
           Edicion 11 septiembre 2010
              TEXTOS. MARIANA RIVERA.

Médico en tiempo récord y un hijo doctor con medalla de oro

Elías Gassibe llegó a la Argentina desde El Líbano y no hablaba castellano. Demoró poco más de cuatro años en tener su título universitario. Emilio siguió sus pasos y también es ginecólogo.

En el consultorio está el enorme archivador donde el doctor Elías Gassibe guarda las historias clínicas de sus pacientes, en prolijas fichas. En el mismo espacio está la computadora donde su hijo, Emilio, almacena los archivos de todas sus pacientes.

“Yo hacía computación a punta de lápiz”, justifica con su amplia sonrisa don Elías. Pero cuidado, no hay que creer que la diferencia generacional entre estos dos médicos ginecólogos hizo que don Elías se quedara anclado en el tiempo. Es más, él fue uno de los pioneros en la Argentina en aplicar las técnicas de cirugía laparoscópica, cuando por lo novedoso, era bastante resistida.

–Durante muchos años han estado juntos en el quirófano...

Elías: –Sí, desde que él era estudiante empezó a estar conmigo en el quirófano, como segundo ayudante.

Emilio: –Él operaba y yo miraba, asistía y así vas entrando en la cancha, aunque antes, en la facultad, yo había hecho cirugía experimental.


Desde lejos, para ser doctor
Elías nació en El Líbano y llegó a nuestro país a los 18 años (ver recuadro aparte) y ya estaba decidido que él iba a estudiar Medicina.

–¿Cómo eligió la carrera?
Elías: –Yo tenía más tendencia hacia la ingeniería, pero mi papá logró con el tiempo crear en mí ese deseo de elegir una profesión más humanitaria. Mi hermano tuvo un problema muy grave en un ojo y el médico le dijo: “Tu hijo va a quedar ciego si no conseguís la plata para que yo lo opere” y eso a mi papá lo afectó mucho. Me decía: “Jamás dejés de atender a nadie porque no tiene dinero”. Me contó la angustia que él vivió.

Emilio: –Fijate que él quería ser ingeniero y mis dos hermanos son ingenieros. Hay cosas que no son fáciles de explicar.

–¿A qué lugar de la Argentina llegaron desde El Líbano?
Elías: –Al Norte de la provincia de Santa Fe, a un pueblo que se llama Villa Ana, en medio del monte.

Emilio: –En esta familia inmigrante fue muy fuerte el mandato de que él tenía que estudiar y por eso él estudiaba muchas horas por día. Se recibió de médico en cuatro años y dos meses, porque rendía materias libre, que ahora no se puede.

Elías: –Después vine a Mendoza con una mano atrás y otra adelante, para llegar al sanatorio iba en micro. Mi hermano mayor me regaló un auto para que el hermano doctor no tuviera que ir en micro al hospital. Yo tengo una deuda de gratitud muy grande con él, fue como otro padre, en todos los sentidos.

–¿Cómo fue la vocación en tu caso?
Emilio: –Yo vengo de padres que lucharon contra la limitación, de género, del desarraigo, de encontrarse con otra cultura. A partir de eso yo estaba condenado a que me fuera bien. Mi mamá, por ejemplo, se escapó de la casa paterna para ir a estudiar Bioquímica a Córdoba. En esa época, los padres ni siquiera querían que fuera al secundario, lo que se estilaba era terminar la primaria y después ir a corte y confección.

–¿Conoció a su esposa en Mendoza?
Elías: –Sí, mi familia se fue una parte a Chile y otra parte se quedó en Mendoza. Yo atendía como médico a la cuñada de mi esposa, después la conocí a ella.

Emilio: –Por parte de mi mamá eran italianos y se casaban con gente de su comunidad. Pero mi papá no era paisano...

Elías: –Le decían a la familia: “Averiguá bien quién es este señor”...(risas).

Emilio: –Mi abuela compraba en el almacén de doña Josefina y se juntó con ella para decirle: “Mi hija sale con uno de los de ustedes. ¿Hay algo que yo tenga que saber? Después de que Josefina la tranquilizó, aceptaron el noviazgo (risas).

–¿Qué reacción tuvo tu papá cuando le dijiste que querías ser médico?
Emilio: –Lo tomó con orgullo. Muchas veces los hijos médicos eligen una especialidad diferente a la de su padre para no seguir teniendo de padre al padre. Vos tenés que tener espalda y tu papá aprender a correrse cuando haga falta. Cuando vos terminás de ver quién sos, ves al otro desde otro ángulo, ya no necesitás diferenciarte forzosamente de él. Ahora yo veo todo lo que él ha hecho y no deja de admirarme.

–¿Cómo ha sido trabajar con su hijo?
Elías: –Frente al proyecto de vida que significa tener un hijo médico, uno ve el futuro. Vos ves a través de sus ojos y a través de ellos se percibe, se ve el futuro.
 
Elías Gassibe nació en Biblos, El Líbano, el 2 de agosto de 1931. nn Llegó a la Argentina a los 18 años y en dos tuvo que revalidar la primaria y la secundaria. nn Se recibió de médico en la Universidad del Litoral en 1958, en tiempo récord: cuatro años y dos meses. nn Se casó con Rosa Elvira Pattini (que es bioquímica), con quien tuvo tres hijos: Emilio (45), Elías Farid (44) y Marcelo (39). nn Fue profesor adjunto de la cátedra de Ginecología de la UNCuyo. nn Fue jefe del Servicio de Ginecología del hospital Luis Lagomaggiore hasta 1996. nn Está jubilado, pero todavía atiende a algunas pacientes y acompaña a su hijo en el quirófano.
 

domingo, septiembre 12

Regreso a 'Little Spain'

 Las huellas de unos pioneros 

Una exposición reúne las fotos familiares de la colonia española en Nueva York - La primera ola de inmigrantes buscaba un futuro mejor en la gran ciudad.

Llegaron a Nueva York en busca de un futuro mejor a finales del siglo XIX y principios del XX. El desastre del 98 y la pérdida de Cuba les empujó hacia Estados Unidos. Eran fogoneros, estibadores, sombrereros, niñeras o jornaleros, en su mayoría procedentes del norte de España. "Eran indianos en potencia", explica el catedrático de la New York University, James D. Fernández. Pero la gran mayoría no regresó a sus aldeas para construir bellas casas y plantar palmeras: la guerra y la posguerra les retuvo en la metrópolis norteamericana.
La exposición La colonia: un álbum fotográfico de los inmigrantes españoles en Nueva York 1898-1945, que abrirá el próximo día 17 en el King Juan Carlos Center de NYU, reconstruye su historia a través de 60 imágenes y material gráfico adicional -noticias de periódicos, anuncios y fichas de clubes sociales-. Esta muestra forma parte de Nueva York, un proyecto expositivo más amplio organizado por el New York Historical Society y el Museo del Barrio, sobre los orígenes latinos de la ciudad. Fernández, comisario de la muestra del King Juan Carlos Center y descendiente de españoles, calcula que en 1930 la colonia tenía entre 25.000 y 30.000 inmigrantes. Diez de aquellas familias han aportado las fotos de la exposición.

La mayoría de españoles vivía en cuatro barrios: Spanish Harlem, Brooklyn Heights, en la parte oeste de la calle 14 y en el Lower East Side. Precisamente en esta última zona, en las inmediaciones del puente de Manhattan creció Dolores Sánchez, hija de una pareja de gallegos que se conoció en Nueva York a principios del siglo XX y cuyas fotos familiares se incluyen en la muestra. "Había un grupo grande de españoles, sobre todo asturianos y gallegos", recuerda en conversación telefónica. "Yo coincidía con los niños en la escuela". En el año 1932, Dolores viajó por primera vez a Galicia con su madre. El advenimiento de la República animó a sus padres a regresar a la patria, pero tras seis meses allí, la madre de Dolores decidió que la situación en España era demasiado inestable y regresó a Nueva York para reunirse con su esposo.
En la boda de otro miembro de la colonia conoció Dolores al que sería su esposo, Manuel Alonso, hijo de asturianos. "Con la Gran Depresión mi padre decidió sacarnos de la ciudad e ir al campo. Nos fuimos a Walkill a una granja", recuerda Manuel. En verano alquilaban algunas de las habitaciones de la casa a paisanos que querían alejarse unos días de la ciudad y se instalaban en las llamadas villas de los catskills españoles, que a mediados de los sesenta se convirtieron en importantes centros de música latina. En invierno, Manuel y su familia se reunían con otros granjeros españoles de la zona para celebrar, por ejemplo, las matanzas de San Martín. "Mi padre nunca regresó a España, pero estaba muy orgulloso de sus orígenes y su cultura", dice Manolo. "Toda la vida leyó a los clásicos españoles". La pasión por la literatura española empezó en Florida. El padre de Manolo antes de llegar a Nueva York pasó por Cuba y por Tampa, allí, mientras liaba puros en una tabaquera escuchaba a un lector recitar las noticias de la prensa y leer a los clásicos. "Muchos inmigrantes llegaron a Nueva York procedentes de Cuba y Florida, y por eso sus registros no constan en Ellis Island", explica el catedrático Fernández.
Los españoles siempre fueron una minoría frente a otras colonias de inmigrantes europeos, como la italiana o la irlandesa, pero se organizaron de manera muy similar. La falta de asistencia sanitaria o seguro de desempleo, pronto les animó a asociarse. Clubes y organizaciones como el Centro Asturiano o La Nacional, que todavía hoy mantiene abiertas sus puertas en la calle 14, asistían a sus miembros y organizaban desde actividades sociales, como bailes y excursiones, hasta entierros. Una de las iniciativas más singulares fue el Spanish Camp de Staten Island, un lugar de veraneo que preconizaba una dieta vegetariana y principios natu-rópatas.
El esfuerzo para recaudar fondos durante la Guerra Civil fue lo que sacó a la luz a muchos de estos colectivos que acabaron uniéndose para apoyar al frente republicano. James D. Fernández empezó entonces a investigar en profundidad sobre la colonia española, de la que sus abuelos formaron parte. "Ellos se conocieron en un pic-nic del centro asturiano".
El novelista y director del Instituto Cervantes en Nueva York, Eduardo Lago, se topó con la enigmática historia de la colonia a finales de la década de los ochenta. Recabó en el bar de un español que había llegado a la ciudad en 1919. "Al principio el bar estaba junto a los muelles de Brooklyn, pero cuando la actividad comercial cesó allí, lo trasladó a Atlantic Avenue y allí nos reuníamos un grupo de artistas, músicos, escritores y pintores", recuerda. Muchas de las historias que escuchó en aquel local de boca del anciano español que lo regentaba acabaron en su novela Llámame Brooklyn, ganadora del Premio Nadal en 2006. "El pasado de la colonia se me fue revelando poco a poco, a través de encuentros con personajes que no eran famosos, pero cuya relación con la ciudad era larga e intensa", explica Lago.
En 1922 cambiaron las leyes de inmigración a Estados Unidos y el flujo migratorio cayó. Unos años después, tras la Guerra Civil, los inmigrantes que llegaron pasaron a ser exiliados, refugiados políticos. La historia de los primeros españoles neoyorquinos quedó diluida. Hoy la nueva población de españoles en Nueva York está constituida por profesionales. "Hay cerca de 14.000 registrados", escribe Fernández en las notas de la exposición. "Tienen alto nivel educativo y no hay un sentido estricto de comunidad, ya que se trata más bien de individualidades fuertes, muchas de ellas con éxito en sus áreas de trabajo, desconectadas de otros españoles", añade Lago. Los vestigios de aquel pasado apenas son reconocidos, aunque los botes de Café Bustelo y las conservas de Goya, dos empresas fundadas por españoles a principios de siglo, se encuentran en toda la ciudad.
¿Por qué se han mantenido tan ocultos los españoles? "Aunque hubo personajes fulgurantes, la colonia no tuvo mucho peso", dice Lago. "A diferencia de otras comunidades, no pensaban en quedarse para siempre, intentaban mantener un pie en España. Además, se ha escrito muy poco sobre ellos y lo que se escribe, desaparece. Es una historia fascinante y aún queda mucho por descubrir".

Fuente.ElPais.com

Petitorio Original del 25 de Mayo


Por primera vez, se exhibe el petitorio original del 25 de Mayo de 1810

Para conmemorar el Bicentenario de la Revolución de Mayo, el Museo Histórico Nacional exhibirá documentos originales que son fundamentales para la historia argentina. Verlos y leerlos es internarse en los días febriles de la Revolución: la convocatoria al Cabildo Abierto del 22 de mayo de 1810, la exigencia de renuncia a la Junta presidida por el ex virrey del 24 y la creación de la Primera Junta.

El lugar principal lo ocupa el petitorio del 25 de mayo para que se constituya una junta, con los nombres de quienes debían integrarla y las firmas de 409 vecinos que la respaldaban. Este es el testimonio clave de la Revolución, y es, por lo tanto, el documento por el cual estamos festejando este Bicentenario.


Junto con los documentos se expone la bandera de Macha, que es la insignia argentina más antigua que se conserva y que perteneció al Ejército Auxiliar del Alto Perú comandado por Manuel Belgrano.

En virtud de su singular valor histórico y simbólico, el Museo desarrolló un exhaustivo proyecto integral de conservación y restauración, cuyos resultados el público podrá apreciar en la exhibición.

La muestra “Huellas de la Revolución. Testimonios escritos de la Semana de Mayo de 1810” fue desarrollada gracias a un exhaustivo proyecto integral de conservación y restauración. El guión museológico contó con el asesoramiento de los especialistas Noemí Goldman, Lía Munilla y Gabriel Di Meglio.

La exhibición abrio al público el sábado 22 de mayo y podrá visitarse de miércoles a domingo, de 11 a 18, con entrada libre y gratuita.