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lunes, agosto 10

Holandeses II


La ciudad de Buenos Aires, fue el primer punto que tocaron los holandeses que llegaban
entre 1888 y 1890. Su puerto, el principal del país, era y debía ser el paso obligado para la
inmigración ultramarina no sólo de holandeses sino también de otras nacionalidades. Sin
embargo, muchos holandeses fueron llevados al interior de la Provincia de Buenos Aires y

asentados en comunidades agrícolas como Tres Arroyos, San Cayetano o 9 de Julio


En este punto es necesario distinguir entre aquellos holandeses que ya se habían radicado
antes de 1889, de aquellos que llegaron en ese período. Los primeros, pertenecían a
una elite compuesta por hombres de negocios, diplomáticos, ingenieros, y arquitectos reconocidos
tales como por ejemplo: J.A Walldorp, quien diseño el Pabellón Argentino de la
Sociedad Rural, JJ Doyer, quien elaboró los planos de la estación Once, y E Folkers quien
construyera el edificio del club Español, entre otros. Por otro lado, ya en 1875 se encontraba
funcionando el consulado holandés en Buenos Aires, pero como señala Gerardo Oberman
(2001b:2) “pero aquellos que una mañana de 1889 descendían por fin de su hogar flotante y
afirmaban sus pies a orillas del Río de la Plata, no pertenecían a este grupo privilegiado”.
En efecto, en su mayoría agricultores y jornaleros estos inmigrantes fueron reconducidos a
zonas agrarias tales como Tres Arroyos, Santa Fe, Chaco, Entre Ríos, 9 de Julio, Mendoza
etc.
Muchos de ellos, no tuvieron éxito en su colonización agrícola y por diversas causas debieron
regresar a la ciudad para luego volver a su país. Otros, se asentaron en los partidos en
la Boca, Barracas, Quilmes o Avellaneda tras el duro revés que habían sufrido en el interior.
Los primeros intentos de instalación de fábricas en esa zona, daban trabajo a algunas de estas
familias. Hacia 1890 las condiciones económicas del país eran preocupantes. Oberman
señala (2001c:3) “el costo de vida crecía, el poder adquisitivo bajaba y el salario ganado
trabajando a veces hasta 12 horas por día, a duras penas alcanzaba para alimentar a la
familia. Eso en el caso, de que el padre de familia tuviese trabajo, ya que la gran recesión
había dejado un incalculable número de desocupados”.
 
 
Es en ese mismo año, 320 familias holandesas provenientes de diversos centros agrícolas
llegan a la ciudad de Buenos Aires, para exigir al entonces Cónsul General L. Van Riet medidas
concretas para remediar su situación, no en pocas cantidades algunos decidían exigir
su repatriación.
Lamentablemente, no podemos precisar en números la cantidad de personas o familias
que se volvieron a asentar en Buenos Aires tras fracasar sus intentos en el interior del país.
Algunos provenían de la Provincia de Buenos Aires, otros de zonas más lejanas como  Chaco o Mendoza, donde habían sido enviados para trabajar la tierra. En las grandes ciudades
como Buenos Aires, algunos se ocupaban en las obras que habían sido emprendidos por
los arquitectos e ingenieros de esa nacionalidad que ya se encontraban en marcha. Otros,
como en Rosario se avocaban a trabajos portuarios bajo las ordenes de las firmas “Ackermans”
y “Van Haaren” (Oberman G, 2003:75).
 
Como producto de la vida de los holandeses en Buenos Aires, se funda en el año 1900 la
Iglesia Reformada de Buenos Aires, y posteriormente la Nederlandse Vereniging (Asociación
holandesa). Esta última, fundada alrededor de 1920, organiza diversas reuniones todos
los primeros miércoles de cada mes en el bar porteño Van Koning ubicado en la calle Baez
325, y distribuye una revista en idioma neerlandés llamada “blad Nederland” con una tirada
de 350 ejemplares publicados ocho veces al año. En la actualidad, la colectividad cuenta
con un número de setenta a cien asociados, todos ellos descendientes de los holandeses que
decidieran asentarse en la ciudad de Buenos Aires y sus alrededores.
La cámara de Comercio Argentino Holandesa, fundada en 1919, es una entidad sin fines
de lucro con personería jurídica propia para la protección los intereses comerciales de todos
sus asociados; por último la Asociación Argentino-Neerlandesa de Ex becarios, la cual promueve viajes de intercambio para realizar estudios superiores y trabajos de investigación en lo académico y comercial.

Los holandeses en Rosario
En una de nuestras comunicaciones con la Casa de Provincia de Santa Fe en Buenos
aires, se nos comunicaba que no se habían registrado asentamientos o colonias netamente
holandesas en la provincia. Que de hecho, de haberlas en el pasado, habían sido migraciones
espontáneas para formar parte de colonias formadas mayoritariamente por otras nacionalidades
como italianos, alemanes, españoles y otros. De haber emigrado y formado parte
de otras colonias, iba a ser muy difícil poder saber algo de los holandeses. Mucho menos,
intentar imaginar como habían llegado hasta allí. A esto se sumaba el hecho de que la mayoría
de los registros de inmigración del puerto de Rosario estaban desaparecidos, perdidos
o destruidos y poco se sabe de ellos.
De la ciudad podemos decir que en lo que respecta a su crecimiento y su relación con
fenómeno migratorio había mucho de similar a Buenos Aires. Según el censo de 1869 había
26.169 habitantes, en 1895 la cifra se acercaba a unos 90.000 y para 1914 hablábamos de
225.000 habitantes. Francis Korn (2004b: 23) señala “el ritmo con que creció Rosario en
todas las dimensiones hizo que la capital de la provincia, Santa Fe, pareciera tradicional y
rezagada en el tiempo [...] en 1914 Santa Fe, aunque creció, llegó a tener sólo un cuartote
la población de Rosario”. Este pauta daba indicios que el asentamiento de holandeses en la
ciudad no tenías muchas diferencias de aquel que ya hemos narrado para con Buenos Aires.
Por un lado, un grupo minoritario de grandes empresarios y personalidades como los directivos
de las firmas “Ackermans” y “Van Haren”; y por el otro un grupo más empobrecido
que volvían del interior del país tras haber fracasado en las colonias. También teníamos
conocimientos de una Iglesia Reformada que aún cuando disuelta en la actualidad, daba
indicios que algún tipo de colectividad había estado funcionado en la zona. Se trataba de la
“Hollandsche Christelijke Gereformeerde Kerk” de Rosario. Ésta se había formado en el 23 de junio de 1893. Sin embargo, no tardaría mucho tiempo en suscitarse algunas divisiones
de tipo ideológico. Por un lado, los que seguían los preceptos tradicionales de la Reforma,
por el otro aquellos que autonombrados disidentes cuestionaban su monótona existencia.
Por el lado de la Iglesia Instituida estaban: W Helder, P Olthoff, A Struis, J Hoogstra, C Van
Poepelen, B.G Harmstra, J Nieuwenhuize entre otros; por el lado de los disidentes sus figuras
eran: P Wiersma, J Okker, J Van Ijseldijk, S Postma, J Leegstra y R Pouwels entre otros.
Los disidentes, eran minoría y se estimaba que del conjunto de 250 feligreses solamente
formaban un grupo de 50 (Oberman G, 2003: 89). Según el censo de 1895 había unos 405
holandeses viviendo en esta ciudad, para los años que vendrán algunos hablaran de un grupo
de 700 a 800 holandeses conviviendo en la ciudad con otras nacionalidades

Los holandeses en Tres Arroyos
A diferencia de Rosario, la comunidad holandesa más grande del país se encuentra actualmente
ubicada en la ciudad de Tres Arroyos, al sur de la Provincia de Buenos Aires. Sin
embargo, no queda muy claro ¿Cómo llegaron los holandeses a esta zona? En el año 1989,
con motivo del centenario de la primera migración holandesa a Tres Arroyos, la embajada
Real de Los Países Bajos auspició una publicación titulada 100 años de Holanda en Argentina.
Muchos de los datos, que daremos a continuación fueron extraídos de esa publicación.
Los primeros holandeses en llegar, lo hacían provenientes de Buenos Aires, a donde
habían estado en forma temporal esperando para su reubicación. Muchos de los inmigrantes
provenían de provincias como Frisia y Groninga, su especialidad era la agricultura.
Las promesas propagandistas del gobierno de Roca impulsaban a que muchas familias
holandesas se aventuraran hacia estas tierras. Una vez arribado al puerto de Buenos Aires
fueron alojados en el Hotel de inmigrantes y trasladados por tren hacia el interior de la
Provincia. Así llegaban los primeros holandeses a Tres Arroyos, desde donde partían las
carretas hacia los campos de Don Benjamin del Castillo (Micaela de Cascallares) y el establecimiento
“La Hibernia” de Enrique Butty, cerca de lo que hoy es Nicolas Descalzi.
Entre las primeras familias que arribaron a esta zona estaban los Banninga, Blom, Dekker,
De Vries, Ebbens, Eveleens, Gysel, Hemkes, Jansen, Kalle, Kerkhoff, Klink, Kloosterman,
Knollinger, Lehman, Minaarde, Noordermeer, Otto, Pluis, Smit, Van Dam, Van
Dijk, Van der Molen, Van Der Ploeg, Van Waarde, Verdonschot, Visbeek, Wilgenhoff, Wisse,
Zijlstra y Zwedig entre otros.
Estas familias comenzaron a trabajar en los “campos de colonización”, donde a cada
familia se les daba cincuenta hectáreas de tierra. La principal dificultad estaba en conseguir
las semillas y los elementos de labranza que por ese entonces escaseaban. La lucha por sobrevivir fue una dura prueba para ellos, vivían en casas de barro tapadas con cuero de vaca,
su alimentación a base de carne y maíz a las cuales no estaban acostumbrados, y el total
desconocimiento del idioma español complicaron aún más su adaptación. La ausencia de
una organización apropiada para la colonización y todos estos problemas provocaron que
muchos se dirigieran hacia Tres Arroyos y San Cayetano. Doña Adelaida Pluis de Zijlstra
afirma “Comunicarse, romper la barrera del idioma era un diario desafió, es decir, aprender
la lengua que se hablaba en ésta especie de segunda patria. Cuando aprendían una
nueva palabra en castellano, la repetían infinidad de veces hasta aprenderla de memoria.
En cierta oportunidad llegó un jinete a investigar algo, pero no pudieron entenderle lo que
había dicho. Sólo transcurrido algún tiempo, entre la gente de mayor edad, dedujeron que
los había saludado con un “buen día”. Muy pronto todos habían aprendido a decir “buen
día”.
A esto se sumaba el surgimientos de diversas epidemias, sequías y plagas que complicaban
aún más el panorama, al respecto Francis Korn (2004b:36) señala “la vida cotidiana
se vio afectada reiteradas veces por epidemias de cólera (la de Tucumán en 1887 fue de
particular intensidad), sequías y plagas de langosta. Para combatir éstas últimas no había
muchos remedios, salvo, quizás, la fe”.
Los primeros que se acercaban a Tres Arroyos se fueron asociando lentamente a través
de la Fe Calvinista. Como resultado de ello, se fundó el 27 de Abril de 1908 La iglesia Reformada
de Tres Arroyos encabezada por el pastor Van Lonkhuysen. El 8 de junio de ese
mismo año, se lleva a cabo el primer Consejo Eclesiástico con la presencia de Juan Dekker,
Juan Blom y Luís Pluis y Jacobo Ebbens como diáconos. En sus comienzos, la iglesia funcionaba
en la casa del propios Juan Pluis hasta que en el año 1943, se trasladara a la calle
Maipú 475. El apego a sus pautas religiosas, fueron uno de los factores fundamentales que
preservó la identidad de la colectividad holandesa en Tres Arroyos. En nuestros días, la Iglesia
del Centro posee más de quinientos feligreses, entre confesantes y bautizados. Además
de celebrar sus cultos en idioma neerlandés y español, se forman diversas actividades que
la mantienen en comunión con la población local. Entre ellas se destacan las reuniones de
matrimonios, de coros y catecismo o la escuela bíblica para niños.
En el año 1925, el pastor Sonneveldt anunciaba el encuentro con otra nueva migración
de holandeses que intentaba probar suerte en la Argentina, tras las duras condiciones económicas
que vivía su país. Llegaban así entre 1924 y 1925 los Bakker, Boonstra, Bruines,
Douma, Groenenberg, Karraij, Mulder, Ouwerkerk, Peetdom, Shening, Terlouw, Van der
Horst, Van der Sluis, Van der Velde, Van Strien, Veninga, Verkuyl y Waterdrinker, muchos
de ellos procedentes de Haarlemmermeer. Estas famlias se establecieron en zonas de San
Cayetano donde fueron recibidos por los descendientes de holandeses de la primera migración
como la familia Zijstra y Olthoff. La llegada de estos holandeses, dio nuevo impulso a
la vida de la colectividad holandesa de la zona

Fuente: www.eujaen.es



Holandeses


“Aunque los holandeses no mostraron mucho interés en migrar a América antes del siglo
XIX, por la mitad de dicho siglo, los holandeses comenzaron a dejar Holanda. Durante
1840 a 1861, alrededor de 20.000 holandeses migraron hacia los Estados Unidos, comparado con los escasos 2.500 que lo había hecho previamente. Esta gran migración resultó de una combinación entre conflictos Económicos y Religiosos para ese entonces”.
La migración holandesa a Estados Unidos y Canadá presentaba ciertas características
que la hacían netamente religiosa. Por lo general, eran migraciones encabezadas por un pastor protestante y su motivo radicaba en alejarse para preservar sus valores religiosos de las influencias católicas. La primeras colonias holandesas en estados Unidos son producto de esa primera migración.

En los años venideros los números serán diferentes; los Estados Unidos, entre 1860 y
1930 recibieron aproximadamente unos 187.756 inmigrantes procedentes de los Países Bajos, Bélgica, Luxemburgo, Suiza y Francia. (Fohlen C, 1975:236), pero está segunda gran ola migratoria obedecía a otras razones. El primer país de Sudamérica en recibir un pequeña porción de este flujo migratorio fue Brasil, entre 1858 y 1862; unos 500 colonos provenientes de Zeeuws-Vlaandeen en Zeeland se asentaron el estado de Santo Espirito, donde fundaron la colonia “Holanda”. Una segunda migración acaecio entre los años 1906 y 1913, en la cual arribaron unos 3.500 holandeses sobre todo entre 1908, pero de ese número muchos no se asentaron y retornaron a su patria en Europa. En lo que respecta a Chile, la migración no se dio en forma oficial sino hasta 1903, cuando el cónsul chileno en La Haya firmó un tratado para promover el traslado de campesinos holandeses a ese país provenientes de“Groningen” o Groninga (Swerienga R, 1998).
Un par de décadas más tarde, (entre 1888 y 1892) la situación en Holanda era difícil
como se señalaba en su contexto histórico. Las provincias de Frisia, Groninga y Zeeland, las más castigadas por la crisis expulsaban familias enteras de Europahacia América. Algunos otros, procedían de grandes urbes como Amsterdam o Rotterdam, producto del proceso de industrialización que experimenta por ese entonces el país. Gerardo Oberman (2001c:1)afirma “la recesión económica, el deterioro social y la inestabilidad política, resumen el estado de situación de Holanda hacia finales de 1880. Todos los holandeses llegados a Argentina entre 1888 y 1892 huían de la miseria y de la falta de expectativas respecto al futuro en su país natal”. La mayor parte de los holandeses emigró hacia los Estados Unidos y Canadá; Sudamérica y Sudáfrica fueron otros destinos alternativos.
Aunque los holandeses ya habían empezado a emigrar desde 1825. La mayoría de ellos
empezarían a llegar entre 1888 y 1890, como ya lo hemos evidenciado en el cuadro presentado por Eguileor y Valdés. Los primeros holandeses, en su mayoría agricultores y jornaleros,que llegaban a estas tierras eran especialmente contratados en Europa a través de
los consulados para fomentar las cuencas ganaderas que habían expandido a la Provincia de Buenos Aires.
Hasta el año 1888, muchos de ellos no llegaban en barcos de bandera holandesa y lo hacíanen forma independiente. Es así que nuestros registros muestran que el vapor Ohio, trajo consigo de Amberes a los Snike (6) el 28 de sept de 1886, El Gironde y el Niger trajeron a la familia Vander en dos viajes en los años 1882 y 1886, el Pleiade proveniente del puerto de Bremen traía (14-12-88) a los Clein (5), a los Rindel (5), los Scharf (10), por su parte el vapor Koln arribaba el 28 de diciembre de 1888 con los Fost (4) y con Franz Wagner y Nicolas Francois desde el puerto de Amberes en Bélgica. Otro buque el Provence traía desde Marsella a la familia Bauer (3) y el vapor Berlin hizo lo mismo el 26-06-1890 con la familia Wouterlood (8) de religión protestante todos ellos.
Entre 1887 y 1890, los postulantes eran embarcados en buques de la “Nederlansch-
Amerikaanshe Stoomvaart Maatschapij”, y luego la “Holland-Amerika Linj”. El gobierno
argentino había firmado con estos armadores un convenio que garantizaba el transporte de 10.000 pasajeros al cómodo precio de 84 florines en tercera clase. Luego de 1891 está línea suspendió los viajes a la Argentina debido a la crisis del 90 que enfrentaba el país. La compañía poseía varios buques como el P. Caland, Schiedam, Edam, Zaandam, Leerdam y el Edam II, con una capacidad aproximada de 400 pasajeros (Oberman, 1993c:61).
El 19 de Febrero de 1890 llega al puerto de Buenos Aires procedente del puerto de Rotterdam, el vapor Schiedam con los Wabeke (6), los Balkenende (3), los Breddles (4), los Denhof (4), los Elst (7), los De Bacet (4), los Kool (6), los Mandero (6), los Staal (6), Van Lijst (5) y los Van Koon (4). El 18 de abril del año 1890, arriba a Dársena Norte (directamente de Amsterdam) el vapor Edam con otro puñado de familias holandesas entre las que se viajaban los Breudel (10), Engwerda (4), Jans (4), Slimmer (8), Van Deijk (4), Bosters (2)y Van Der Werff (6) entre otros. Por su parte, el vapor Zaandam trajo consigo el 24 de junio de 1890 procedente del puerto de Amsterdam: a los Bruxeberg (7), Hoogendyk (2), Huyer(5), Krekelaar (3) y los Tuyman (4) entre otros.
También venían hombres solos pero en la mayoría de los casos se trataba de profesionales como médicos, abogados, arquitectos o ingenieros. Tal es el caso del Dr. Henri Laan llegado con 25 años desde el puerto francés Havre el 10 de Noviembre de 1883 en el vapor Pampa; o el caso el Ing. Peter Lambert quien con 28 años llegaba en el vapor Ohio el 29 de Marzo de 1886. El arquitecto John Doyler arribaba en el vapor Belgrano el 12 de julio de 1888 a la edad de 26 años. El matrimonio Wolf de profesión diseñadores de ropa, arriban a Buenos Aires el 04 de septiembre de 1897 a bordo del vapor Chili procedente de Burdeos.
Era muy raro, encontrar a estos profesionales acompañados por un número elevado de familiares, en su mayoría se trataba de personas entre 20 y 26 años que llegaban solos o con sus parejas en buques de otras nacionalidades. Sólo en el ing. Georges Roufosse (45 años) llegaba desde el puerto belga de Amberes con su mujer (30 años) y dos hijos de 13 y 11 años respectivamente en el buque Mark el 19 de Agosto de 1899.

Fuentes:www.ujaen.es