viernes, abril 8

Imágenes del maestro que retrató boliches y carpinterías

Fernando Paillet. El libro “Fotografías de Esperanza y la pampa gringa” recoge su obra.
Nacido en Santa Fe en una familia de colonos, es considerado el artista más talentoso del primer cuarto del siglo XX.
Farmacia de Augusto Scavarda, 1922. Las celebridades comerciales de Esperanza.

Imposible concebir la obra de Fernando Paillet aislada de la influencia y el progresismo de colonia Esperanza, la ciudad santafecina, y de esa Argentina todavía por armar, el país vacío del siglo XIX. El cuidado libro Fernando Paillet/ Fotografías de Esperanza y la pampa gringa 1894-1940, editado y con comentarios del historiador Luis Príamo, desenvuelve esa obra excepcional y reúne testimonios de quienes lo conocieron y todavía conservan su archivo. Paillet, que murió en Esperanza en 1967, solía definirse como “el fotógrafo provinciano que documentó la pampa gringa”. 
Fundada en 1856 por unos mil inmigrantes suizos, reclutados por un conocido empresario salteño, Esperanza fue la primera colonia agrícola del país y en sus décadas iniciales brilló como modelo de organización, por su capacidad para establecer sus propias instituciones comunitarias. El presidente Sarmiento la visitó en 1870, admirado de cómo iba replicándose ese impulso por toda la provincia. “Las fiestas sociales más espléndidas de aquellos años -destaca el historiador y coleccionista Príamo- no se hacían en las casonas del viejo patriciado santafecino, sino en las mansiones de la nueva burguesía de Esperanza. Para esas familias la cultura era un valor -valor de salón, tal vez, pero capaz de alentar inquietudes artísticas.”A fines de octubre de 1880 nació allí Paillet, un hombrecito llamativamente pequeño, segunda generación de argentinos por parte de madre pero de padre valón. Los belgas habían emigrado por centenares a Santa Fe. En 1902 abrió en la ciudad su estudio, donde haría cientos de encargos familiares por mes: bebés sobre almohadones y damas en sofás de rico brocado.
Según Príamo, solemos imaginar que a la vuelta del siglo el interior era un territorio aislado del resto del mundo: es un error. “Esperanza era una ciudad activamente multilingüe; Paillet era bilingüe en francés y su biblioteca, una de las pocas pertenecientes a un fotógrafo del siglo XIX que se conservan, tiene volúmenes franceses de teoría y estética de la fotografía”.
-En su estudio, Paillet hacía foto social; retrató a los fundadores de Esperanza y a todas las familias prósperas. Pero su genio, afirma usted, se despliega al retratar los oficios y sus empleados, fotos de gremios, digamos, en los interiores de los comercios y también en los grupos al aire libre. ¿Cómo lo ubica dentro de la historia de la fotografía argentina?
—No tengo duda de que fue el más talentoso del primer cuarto del siglo XX. Paillet es el eslabón más creativo entre los fotógrafos clásicos del siglo XIX -artistas como Benito Panunzi, Christiano Junior, Samuel Rimathé- y lo que será la vanguardia del XX encarnada por Horacio Coppola, Grete Stern, Anatole Saderman y Annemarie Heinrich. Sus retratos y sobre todo sus interiores de boliches, talleres y negocios reúnen excelentes encuadres, luz y poses. Tiene un equilibrio admirable entre la densidad de la gran composición pictórica (él comenzó muy aferrado a la tradición pictorialista de la fotografía) y la ligereza y fugacidad del momento. De esto deriva su magnetismo. La solidez antropológica del quehacer cotidiano, ese contraste antiheróico, alcanza en su obra intensidad expresiva. Cada foto suya contiene, como decía Isaac Babel, una gota de eternidad.
-Usted dijo que a comienzos del siglo XX, la cultura argentina estaba muy conectada al mundo.
-Así es, queda patente en la biblioteca de Paillet. Hay libros importantes de la época, como Esthétique de la photographie, publicado por el Photoclub de París. También tenía Le Photogramme, que reúne artículos de los mayores fotógrafos pictorialistas de esos años, quienes publicaban también sus fotos en Camera Work, la revista trimestral de Alfred Stiglitz en los Estados Unidos, asociada al grupo fotográfico Photo-secession. Otro título de H.P. Robinson, De l´effet artistique en photograhie. Paillet estaba al tanto de los grandes debates de la fotografía; al tanto de las vanguardias europeas y estadounidense y de la incipiente teoría.
-¿Fue un referente directo de Coppola?
-Pensemos que no existía prácticamente difusión del material fotográfico; el único medio era el Correo Fotográfico Sudamericano, que de Paillet publica la foto “El Cristo”, un ensayo fotográfico de 1924. Pero el Correo tampoco valoró la vanguardia argentina. Ellos nunca publicaron a Coppola; este solo fue reproducido por Victoria Ocampo, que sí era amiga de Stiglitz. 
-El final de Paillet es triste; exhibe un destino mancado de grandeza. Usted cuenta que murió amargado luego de que se truncara un proyecto municipal.
-La historia me llegó hace muchos años por su sobrino, Rogelio Imhof, su asistente en los últimos tiempos. Durante años impulsó la creación de un museo en Esperanza; Paillet proponía además fundar un archivo histórico fotográfico. El intendente Raúl Mendé, quien luego sería Secretario de Bienestar Social a nivel nacional del primer gobierno de Perón, le instruye que arme el proyecto. Entonces Paillet concibe una innovación museológica sin referentes. Empieza a componer cuadros históricos con imágenes de él y de otros fotógrafos. El despliegue está emparentado con un collage sinóptico: la historia de un colegio y sus rectores, los colonos del pueblo, el Partido Radical. Asistido por su sobrino, arma 200 de estos cuadros con dinero propio. Llegaron a hacer un adelanto del museo con gran éxito, en el Salón Blanco de la Municipalidad en 1947. Pero luego, cuando se fue Mendé y llegó otro intendente, un tal Von Fuhr, dictó un decreto dejando todo sin efecto porque no había presupuesto. En su testimonio, Imhof cuenta que el tío se dio a romper los cuadros. Primero les fue quitando los marcos y desarmando los montajes a escondidas, sin anunciarlo. De las 200 sinopsis solo quedan tres o cuatro, el árbol genealógico familiar, la escuela suiza Lacroix, el quién es quién del Partido Radical, que era muy fuerte en Santa Fe. Paillet vendió su equipo fotográfico casi entero una década antes de morir.

La frontera, drama y picaresca
En la colonia. Los hermanos Guernica y su compadre aborigen, 1904.Cada uno tiene su atributo, como si se tratara de instrumentos de trabajo. La imagen recoge la aventura fabulosa del país mestizo, cuyo relato llega a nosotros por Pedro Grenon, cura jesuita e historiador de Esperanza. Los hermanos Guernica eran gauchos de la zona, capturados por indios del Gran chaco. Uno de ellos (con guitarra) estuvo cautivo 21 años; 17 años el otro (botella). Volvieron a la colonia acompañados por un vecino de “los toldos” (lanza), quien permaneció un tiempo en Esperanza antes de regresar al Chaco. Pese a la confrontación ocasional, la frontera se desdibujaba en Santa Fe y era habitual que los pobladores originarios trabajaran en la construcción en las colonias.

Por Matilde Sanchez

martes, abril 5

domingo, abril 3

Homenaje a un pionero de la Genealogia

Francisco María de la Concepción Fernández de Béthencourt era descendiente de una familia sevillana, por el lado paterno, que llegó a Tenerife huyendo de los franceses que entraban en la ciudad hispalense en plena guerra de la independencia. Él, sin embargo, nació el 27 de julio de 1850 en la lanzaroteña calle de El Sol, Arrecife, a donde había llegado su padre don Francisco-Ramón Fernández-Martínez y Delgado por su profesión de marino mercante y donde contrajo matrimonio el 24 de junio de 1847 con doña María de la Concepción de Bethencourt y Mújica. Duró poco su estancia en la isla y pronto se trasladó la familia a la ciudad de San Cristóbal de La Laguna. 
En apenas 66 años, Francisco […] Fernández de Bethencourt demostró una inquietud cultural y política casi sin límites que le llevó desde muy joven a involucrarse en numerosos proyectos. 
Tras abandonar los estudios eclesiásticos, para lo que había sido internado en el seminario conciliar de la Purísima Concepción de Las Palmas[ii], inicia la carrera de Derecho en Tenerife que terminará más tarde en Madrid en la Universidad Central. Su tiempo y su empeño lo dedicó muy pronto a labores periodísticas y de investigación, que le llevaron a fundar el breve periódico La Lealtad y a iniciar su labor investigadora que le llevó a ser una de las principales personalidades en el mundo de la genealogía y la heráldica y, en cualquier caso, su regenerador. 
Tumba de Francisco Fernández de Béthencourt
Tumba de Francisco Fernández de Béthencourt
De gran memoria, su interés fue capaz de abarcar más allá de la materia por el que es universalmente conocido y cultivó también la poesía en la ya manifiesta su inclinación por los temas nobiliarios; de hecho su primera obra conocida, posterior a su ingreso en la Real Sociedad Económica de Amigos del País de Tenerife que se produjo a la edad de 19 años, el 11 de julio de 1870, el poemario Recuerdos y Esperanzas, de 1872, está dedicado a la familia Borbón. Tampoco olvidó el enaltecimiento de los grandes personajes de la literatura, como fue el caso de Cervantes al que dedicó Apuntes para el elogio a Miguel de Cervantes en 1874. Justo lo mismo que este año se está haciendo en numerosos lugares coincidiendo con el cuarto centenario de su fallecimiento. 
La política fue otra de sus pasiones, y no era desconocida su capacidad para la oratoria, que le llevó a representar a Canarias en las Cortes Generales como diputado o como senador. En las elecciones del 1 de febrero de 1891 resultó elegido diputado por el distrito de Santa Cruz de Tenerife con 10.109 votos. En las legislaturas 1903-1904 y 1904-1905 ocupó escaño en el Senado en representación de Canarias.
Pero su verdadera pasión fue siempre el estudio de la genealogía y la heráldica de las grandes familias de España, cuyo primer ejemplo es el Nobiliario y Blasón de Canarias editado entre los años 1878 y 1886 en siete tomos. 
Numerosas obras, periódicas o específicas, sobre la materia le siguieron, como losAnales de la Nobleza de España entre 1880 y 1890 o el Anuario de la Nobleza de España entre 1908 y 1917, éste último póstumo, que el autor siempre mantuvo que no era una continuación de los antiguos Anales. También dedicó su atención a apellidos específicos, como es el caso de Los Battenberg que en el número 19.940 del diario La Época del 1 de febrero de 1906, o los Hauke publicado en el mismo diario el 22 de marzo de 1906, en su edición 19.983. 
Aunque atendió numerosas consultas particulares, como la que le realizó la duquesa de Talavera de la Reina Dª María Luisa de Silva y Fernández de Henestrosa[iii], su principal e inconclusa obra fue la La Historia Genealógica y Heráldica de la Monarquía Española, Casa Real y Grandes de España, publicada en 10 tomos entre 1897 y 1920[iv]. Esta obra le abrió definitivamente las puertas de la Real Academia de la Historia, a la que accedió el 29 de junio de 1900 con la lectura del discurso La Genealogía y la Heráldica en la Historia
Acceder a una Real Academia constituye siempre una forma de homenaje y distinción, como lo fue su entrada en la Real Academia Española el 10 de mayo de 1914, algo más de un año antes de su fallecimiento. No fueron éstos los únicos reconocimientos que recibió en vida, también fue Miembro Correspondiente de la Real Academia Sevillana de las Buenas Letras y de la Real Academia de Ciencias, Bellas Letras y Nobles Artes de Córdoba. Fuera de las fronteras españolas se le nombró Miembro Honorario de la Academia Imperial y Real de Adler de Viena, Presidente de Honor del Consejo Heráldico de Francia, y en Italia alcanzó el honor de ser Miembro Honorario de la Real Academia Heráldica de Pisa y Presidente de Honor del Collegio Araldico di Roma. Con anterioridad, el 17 de julio de 1895 S.M. la reina regente Doña María Cristina, en nombre de su hijo S.M. Alfonso XIII, le había concedido el privilegio de nombrarlo gentil hombre de cámara con ejercicio. 
Con mucho trabajo por hacer, las once de la noche del 2 de abril de 1916 marcó el inicio del centenario de un fallecimiento que durante el 2016 conmemoramos. Impulsado desde Canarias, distintas instituciones y entidades, nacionales e internacionales, han propiciado o se han adherido a la celebración del 2016, Año Genealógico Francisco Fernández de Bethencourt (1850-1916), con el que se quiere recordar y destacar la valía de un personaje, y de su obra, que supo sobresalir en lo que le gustaba sin relegar la defensa de su tierra y que hoy, desde hace cien años, descansa en un olvidado rincón del cementerio madrileño de San Justo esperando, tal vez, que un día pueda hacerlo para siempre en Canarias, en lo que sería, entonces sí, su último viaje sin mareo.
* Fernando D.Rossi Delgado es el presidente de la Sociedad de Estudios Genealógicos y Heráldicos de Canarias

Notas

[i] Con el fallecimiento, el 13 de noviembre de 1942, de Antonio Domínguez y Fernández de Béthencourt, hijo único de su hermana Benjamina se da fin a la primera línea de los Fernández asentados en Canarias a donde habían llegado desde Sevilla.
[ii]  No olvidemos que por aplicación del Concordato de 1851, y tras el traslado del obispo Luís Folgueras Sión a Granada en calidad de arzobispo, la sede de San Cristóbal de La Laguna fue declarada vacante, y no se recuperó hasta 1875, cuando la diócesis de Ciudad Real se transforma en Priorato de las Órdenes Militares y la bula Ad Apostolicam declara que no se lleve a efecto la unión de la Diócesis de Tenerife con la de Canaria.
[iii] Se puede encontrar el expediente en al Archivo Histórico Nacional con el código de referencia: ES.45168.SNAHN/98.1.1//TALAVERA,CP.380,D.1-9
[iv] El contrato de publicación de esta obra le permitió justificar los ingresos suficientes que debía justificar si quería adquirir la condición de senador.

Homenaje:
Encabezado por el que fuera obispo de Madrid-Alcalá, José María Salvador y Barrera, acompañado por el Director de la Real Academia Española Antonio Maura y Montaner y el entonces Secretario de la de Historia Juan Pérez de Guzmán y Gallo, la comitiva de la que también formaron parte sus amigos el Conde de Romilla y José de Roda y su sobrino Antonio Domínguez y Fernández de Béthencourt[i], llegaran hasta el nicho que contiene sus restos la mañana de hoy 3 de abril al cumplirse 100 años de su fallecimiento.
Fuente: eldiario.es