sábado, abril 14

Arqueología de Buenos Aires


El próximo 21 de abril se ignagurara la exposicion de Arqueología en Buenos Aires, la que permanecera abierta al publico hasta el 18 de junio proximo.
La direccion:

Patrimonio e Instituto Histórico. 
Venezuela 469, Monserrat
 Ciudad Autónoma de Buenos Aires
La entrada es libre y gratuita

miércoles, abril 11


Los datos bautismales de 30.000 palmeros de finales del XIX, disponibles en formato electrónico

  • Este recurso facilitará tanto los trabajos históricos como los genealógico

Ermita de La Galga, principios siglo XX. Foto de Miguel Brito. Archivo General de La Palma.
Ermita de La Galga, principios siglo XX. Foto de Miguel Brito. Archivo General de La Palma.  |  publicada por: redaccion
El Cabildo de La Palma ha puesto a disposición de los investigadores y de toda la sociedad insular un trabajo de indexación en el que se recogen los asientos de bautismos de casi todas las parroquias de la Isla.
Se trata de un disco compacto en el que se compilan los datos de bautismos de cerca de 30.000 palmeros nacidos entre 1875 y 1900. Este proyecto ha sido confeccionado bajo la dirección del Archivo Histórico Diocesano de San Cristóbal de La Laguna y ha contado con el patrocinio del Cabildo de La Palma.
Con este proyecto, se ha permitido que toda la información extractada de los libros de bautismo de la Isla esté disponible en formato electrónico y pueda ser consultada en las instalaciones del Archivo General de La Palma, ubicado en el antiguo convento de San Francisco de Santa Cruz de La Palma.
Las partidas extractadas se corresponden con la práctica totalidad de las parroquias de La Palma, salvo las correspondientes a San Andrés y Sauces y Barlovento, demarcaciones aún pendientes por abordar y cuyo trabajo esta previsto se acometa en el presente año.
Cada ficha contiene 18 campos, lo que permite adentrarse hasta los abuelos del bautizado, es decir tres generaciones; además, como señala Miguel Ángel Navarro Mederos, director del Archivo Histórico Diocesano, "en cada registro se colaciona el lugar de nacimiento, lo que permite seguir la genealogía familiar y ampliar esta herramienta a estudios estadísticos y poblacionales".
La consejera insular de Cultura y Patrimonio Histórico, María Victoria Hernández, señala que "el acceso a este recurso en La Palma va facilitar tanto los trabajos de históricos como los genealógicos". En este sentido, dicha herramienta está sirviendo para una más ágil localización de los ascendientes de los palmeros emigrados a Cuba y Venezuela.
Asimismo, María Victoria Hernández recalcó que "en la actualidad, los principales usuarios de los archivos públicos de la Isla están siendo los investigadores en historia familiar". Ya desde el año 2006 existe en La Palma un grupo de genealogía, Genlapalma, bajo la coordinación de Francisco J. Martín, profesor palmero en la Universidad de Alicante.
En la actualidad este grupo cuenta con 37 miembros distribuidos por La Palma, Canarias, Península, Cuba, Venezuela y Estados Unidos. En la red, por ejemplo se encuentran disponibles las genealogías de apellidos como Herrera, Capote y la tabla de parentescos de Fernando de Castilla, regidor de La Palma en el siglo XVI.

domingo, abril 8

Paraguay: apellido Lucero

La fisonomía de la calle Riobamba, no muy lejos de la avenida Santa Fe, una fisonomía que si bien no es del todo coqueta al menos manifiesta un deseo de serlo, o aspira a conservar ciertos visos encopetados pero de linaje raído, se vio alterada el jueves pasado con una música de rara genealogía. El arpa de Los Luceros del Paraguay rindió homenaje, en la Casa del Bicentenario y a las siete de la tarde en punto, a uno de los hombres más detestados del continente americano: el mariscal Francisco Solano López.
En mi hogar infantil, la prohibición política de la televisión era compensada, en parte, por la narración de corte trágico de la epopeya del pueblo paraguayo. El doctor Francia, o el dictador Francia, como era llamado por las fuerzas enemigas en nuestro relato, había convertido al Paraguay, merced a un proteccionismo férreo, en una potencia sudamericana autoabastecida. Luego fue precisamente Solano López quien fortaleció al Estado en las ramas fundamentales de la economía y mantuvo cerradas las puertas de su comercio, su industria y sus finanzas al capital extranjero. ¡Los vampiros ingleses estaban ávidos por otorgar sus empréstitos!, exclamaba mi padre. ¡No existía la deuda externa! Basada en una agricultura y ganadería generosa y en la herencia jesuítica de la producción en gran escala de la yerba mate, la estructura económica del Paraguay bastaba para abastecer a sus seiscientos mil habitantes. La yerba y el tabaco que se consumían en todo el virreinato eran los primordiales recursos fiscales del país. Se crearon los primeros trenes, telégrafos y fundiciones de hierro de la región, Solano López alentó el crecimiento de una modesta industrial naval y se produjo algodón para la vestimenta. Esta base productiva sin intermediarios ni terratenientes, este localismo feroz, creó una ínsula, una reclusión y una misantropía política. Parecía que la personalidad del doctor Francia era la réplica psicológica del aislamiento de su país (que mi padre atribuía a los intereses mezquinos del puerto de Buenos Aires). Pero la ínsula era una utopía.
Para acicatear nuestro interés, mi padre usaba, al relatar la historia, unos soldaditos de madera y otros de plomo que le había obsequiado a mi hermano en su cumpleaños número seis. El 22 de septiembre de 1866, el general en jefe de la Triple Alianza (una coalición orquestada por Inglaterra, nos explicaba) ordenó el asalto contra la fortaleza natural de Curupaytí. Bartolomé Mitre contaba con nueve mil soldados argentinos y ocho mil brasileños, la flor y nata del ejército, el apoyo de los cañones de la escuadra imperial brasileña y la cooperación de las fuerzas orientales del odiado Venancio Flores. Mitre, un hijo de su cultura y de su clase, llevó a la práctica una estrategia europea: ataque frontal a bayoneta y simulación de retirada. Pero los paraguayos lucharon en sus propios términos: el terreno fangoso de Curupaytí, tal como lo habían planeado ingeniosamente, se convirtió en una pista de patinaje que acabó con las vidas de diez mil soldados argentinos, uruguayos y brasileños. Las amputaciones de diverso tipo que habían padecido los frágiles soldaditos de plomo de mi hermano le otorgaban más veracidad a las escenas bélicas. Curupaytí era nuestra batalla de San Lorenzo. Y la derrota del Paraguay fue nuestra propia derrota.
Mi padre usaba unas metáforas que nos hipnotizaban: “Asunción era una gigantesca antorcha”. No hacía falta que nos señalara que había muerto entre el 50 y el 85 por ciento de su población y más del 90 por ciento de la población masculina adulta. El territorio del Alto Paraná había quedado en poder de Brasil, pero además -y aquí descubríamos que la narración escondía más de una moraleja- Inglaterra, la prestamista, logró otorgarle a la nación derrotada un empréstito de 200.222 libras esterlinas.
Los soldados brasileños, presidiarios liberados, no nos inspiraban menos compasión que los niños paraguayos muertos en combate. “El conflicto terminó porque hemos muerto a todos los paraguayos de 10 años arriba”, había dicho Domingo Faustino Sarmiento, y como lo detestábamos le creímos. Cuando cumplí once años -casi la edad de los soldados paraguayos más jóvenes-, mi madre me obsequió tres volúmenes: Humaitá, Jornadas de agonía y Los caminos de la muerte , las novelas de Manuel Gálvez sobre la guerra. No las dejé por Mujercitas , pero debería haberlo hecho.

Clarin.com
Por Laura Ramos