jueves, agosto 9

Descendientes de los mártires de julio, reunidos en una misa Los sucesores de los próceres guardan reliquias e investigan sobre sus ascendientes.

Los sucesores de los nueve protomártires de la Revolución del 16 de julio de 1809 ocuparon ayer a mediodía los primeros bancos de la Basilia Menor de San Francisco durante la misa de homenaje a sus antecesores, que lucharon por la libertad.
Entre ellos y el altar estaban las urnas con los restos de Pedro Domingo Murillo, Juan Antonio Figueroa, Basilio Catacora, Apolinar Jaén, Buenaventura Bueno, Juan Bautista Sagárnaga, Melchor Jiménez, Mariano Graneros, Gregorio García Lanza.
“Nosotros llevamos una gota por lo menos de la sangre de nuestros héroes”, dice con orgullo Martha Ordóñez Gariazú, nieta, con mucho “tatara” delante, de Gregorio García Lanza. Ella forma parte de la séptima generación de sucesores de los revolucionarios Lanza y es miembro de la Asociación de Descendientes de los Protomártires y Héroes de la Revolución de Julio. 
“Somos una sola familia”, sostiene Gloria Sagárnaga, descendiente de Juan Bautista Sagárnaga, refiriéndose a la agrupación. “Para nosotros no es casual que ellos (los protomártires) hayan estado juntos en el momento de la revolución y en el momento de la muerte, (por eso) decimos siempre que todos son nuestros abuelos”.
El hecho de tener un antecesor que luchó por la revolución “es un tema del que se habla en casa, que transmitimos a nuestros hijos como el orgullo de pertenecer a una familia en la que ha existido una persona que ha tenido el suficiente coraje para morir por un ideal, porque él, Juan Bautista, era parte del ejército español, que se rebela contra su propia corona por un ideal. Para nosotros es muy significativo”, manifiesta Gloria con orgullo.
Hasta hace unos años, antes de que ella y su hermano investigaran su árbol genealógico, no conocían el origen de su estirpe. Su abuelo murió cuando su padre tenía tan sólo seis meses, y fue criado por la familia materna. “Hemos reencontrado nuestras raíces y hemos encontrado nuestra identidad “, asegura Gloria. Ellos descienden de Josep, hijo de Juan Bautista Sagárnaga, quien participó de la gesta libertaria y sobrevivió porque fue escondido por el prócer porque tenía 19 años”, relata la tataranieta, con el asentimiento de uno de sus familiares, Jorge Sagárnaga.
En cambio, en casa de Martha siempre han sabido de su procedencia. Tienen retratos de pincel de los Lanza de principios de siglo XIX e, incluso, guardan piezas de su atuendo. “Mis tatarabuelos han luchado contra la Corona siendo de padres españoles”, afirma. “Nos han liberado”.
Los tres sienten como un deber continuar con el espíritu de los protomártires. “Ojalá que nuestros hijos y nietos sigan en esta misma fe, este mismo cariño que tenemos, porque cada año nos emocionamos, lloramos, al ver nuestros restos”, expresa Martha.
Traslado de la megatorta  tropieza con problemas
Las 600 piezas que compondrán la Torta Gigante elaborada por docentes y alumnos del instituto gastronómico Bolivia Gourmet para celebrar el 16 de Julio debían ser trasladadas a la plaza Camacho desde las 09.30 de ayer, pero un cambio de planes de última hora y problemas de logística retrasaron la tarea.
A media mañana, Óscar Mora, director de la escuela, indicó que se había aplazado el transporte hasta las 16.00  para evitar que el sol malograse los bizcochos.
A esa hora se informó que la tarea se postergó hasta las 19.00 por problemas de coordinación con la Alcaldía, explicó Mora, que debía proporcionar dos volquetas para el traslado. Después se dijo que el transporte comenzaría a las 23.00. La torta debe estar armada y decorada hoy a las 12.00.
La Portada estrena un complejo deportivo
El alcalde de La Paz, Luis Revilla, inauguró ayer el Complejo Deportivo La Portada, que beneficiará a 24 barrios del Distrito 9 del Macrodistrito Max Paredes, como Rincón La Portada, Bajo Ballivián, Munaypata Central, Bajo Pacajes y Huacataqui, entre otros.
La inauguración es parte del programa de entrega de obras de la Alcaldía con motivo de las fiestas julias por el 203 aniversario de la gesta libertaria de 1809.
La instalación cuenta con una cancha de césped sintético reglamentaria, graderías, barandas de protección, camerinos con duchas, auditorio y oficinas.
El costo total de las obras del centro, que incluye el asfaltado de una parte de la avenida Florida, por la que se accede al complejo, ronda los Bs 8 millones.
El Alcalde anunció que en esta infraestructura funcionará una escuela deportiva para niños y adolescentes: “Aquí vamos a formar a nuestros niños, jóvenes, para que sean las futuras estrellas de nuestro deporte nacional. Tenemos previsto el funcionamiento de una escuela deportiva gratuita. Vamos a tener profesores, implementos deportivos para que nuestros niños no solamente jueguen y se distraigan, sino que aprendan el deporte, se formen como futuros deportistas profesionales”, dijo.
Promesas. Durante el acto de inauguración, Revilla prometió a los vecinos y estudiantes la ejecución de otras obras, como la construcción del nuevo hospital La Paz, el asfaltado de la avenida Florida y la refacción de la bóveda del río Apumalla, tras la cual se construirá una avenida y un parque.
“Ya estamos llevando adelante el estudio y el diseño del proyecto, y hemos incorporado recursos que está trabajando nuestra Dirección de Riesgos y que nos va permitir, hasta fin de año, contar con el diseño del proyecto que tenemos que llevar adelante. Y seguramente el próximo año vamos a iniciar las obras”, afirmó el Alcalde.
Vecinos de la zona acudieron a la inauguración, que fue antecedida por un desfile de tres unidades educativas de la zona.

 GEMMA CANDELA / La Paz
16 de julio de 2012
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martes, agosto 7

El Museo de Israel

El Museo de Israel expone estos días la muestra etnográfica "Un mundo aparte en la puerta de al lado: un atisbo de la vida de los judíos jasídicos", que abre una ventana al desconocido territorio de esta vertiente ultraortodoxa.
Tanto en Jerusalén como en Brooklyn, pocos conocen de cerca la vida de los jasídicos, que pululan por las calles ataviados con ropajes del siglo XIX y viven encerrados en un planeta propio, sin apenas contacto con el exterior.
"Aquí explicamos una población que es parte de la cultura judía: entramos en un mundo emocionante para contar sus costumbres, sus vestidos, sus creencias", explicó a Efe Ravital Hovav, vicecomisaria de la exposición que, como la propia comunidad, se divide en esferas separadas: el mundo de los hombres, el de las mujeres, el de los niños y el de los rabinos.
El jasidismo nació a finales del siglo XVIII en Ucrania de la mano del rabino ultraortodoxo Israel Baal Shem Tov (Besht), que promovía el contacto con Dios a través de la alegría, la devoción profunda y la adoración directa.
Según Shem Tov, no solo los privilegiados que dedican su vida al estudio bíblico pueden contactar con Dios, también se puede hacer a través de los cantos y el disfrute de la naturaleza, su creación.
La comunidad cierra las puertas a extraños para no contaminarse por las inclinaciones malvadas ("Yetzer ha-ra") ni desviarse de su escrupulosa adherencia a las normas religiosas, que rigen cada aspecto de la vida.
Los niños son parte integral de las celebraciones y todo lo que hacen tiene un significado espiritual y una forma específica de hacerlo.
No usan los juguetes de los demás pequeños: sus muñecos están tapados, tiene juegos de mesa como "Tierra de Mitzvá" -en el que ascienden de casilla tras realizar actos piadosos- e intercambian cromos que no tienen imágenes de jugadores de fútbol o cómics, sino de serios hombres de negro con barbas blancas: rabinos, sabios de los que todo jasídico tiene que conocer su nombre y sus enseñanzas.
A los tres años, a los niños se les rapa el pelo, dejando tirabuzones por encima de las orejas y se les toca con una kipá (solideo), mientras las niñas se tapan los brazos hasta la muñeca, el torso hasta el cuello y las piernas hasta media pantorrilla.
A esa edad empiezan la escuela talmúdica, a la que se les lleva el primer día totalmente cubiertos con una tela, para que lleguen puros, ataviados los varones con un batín dorado para la ocasión.
"Puedes reconocer de qué facción jasídica es alguien por su vestimenta y, en particular, por el tocado", explica Hovav, mostrando, entre otros, los gorros de las Toldot Aharon, un poco elevados al frente y de color blanco para el sabhat y negro a diario.
Algunas mujeres se colocan bajo el sombrero tocados que simulan un flequillo, un pequeño adorno en un mar de sobriedad y, en determinadas sectas, los rabinos permiten usar pelucas, que algunas hacen con sus propios cabellos.
En ocasiones especiales se ponen joyas, como diademas o diamantes y prefieren siempre la plata al oro, un material más impuro por el relato bíblico del becerro dorado.
Los varones visten batines negros o rayados, blancos en festivos como Yom Kipur (Día del Perdón) o Rosh Hasaná (Año Nuevo), que se abrochan de derecha a izquierda para mostrar el triunfo de la misericordia sobre el discernimiento.
La corriente Lubavitch lleva sombreros de ala ancha con un pico triangular que simboliza la sabiduría, inteligencia y conocimiento, mientras otros grupos se tocan en sabath con los imponentes "eshtraimel" de piel de nutria o zorro.
El día de su boda, las mujeres se cubren la cara con una tela blanca y los hombres llevan bajo el traje largas camisolas interiores que serán también usadas como mortaja a su muerte.
Los matrimonios son arreglados por casamenteras, se pueden acordar en diez minutos y los novios nunca están juntos a solas antes de estar casados.
Los rabinos se atavian con elegantes batines, que abrochan con 62 pequeños ganchos que recuerdan el valor numérico del nombre de Dios, atados con cinturones blancos con 248 rayas, el número de mandamientos positivos que deben cumplir.
"Todos los objetos de los rabinos son sagrados, son venerados. Por eso ha costado mucho obtener préstamos para la exposición", explica Hovav.
"El rabino es como un rey, representa a Dios, se le pide ayuda, bendiciones, consejos que se siguen al pie de la letra. Hay una admiración absoluta. Ellos consultan todos los aspectos de la vida con el rabino, que es el hombre más importante en la vida de un jasídico", dice Hovav, que añade, que también son "sirvientes de su gente obligados siempre a atenderlos".
Un cargo casi hereditario, que se transmite a un hijo o, si no está preparado, a un alumno destacado, lo que a veces provoca escisiones que dibujan una rama más en el complejo árbol genealógico del jasidismo, en el que todos los miembros pueden reconocer su procedencia y trazar su origen hasta 250 años atrás. EFE.
 http://www.larioja.com 
Ana Cárdenes

domingo, agosto 5

Una historia de amor de ochenta años

Justo Galindo, de 104 años, y Lucía Rodríguez, de 101, conforman el matrimonio más longevo de la región . Los 'abuelillos' siempre han vivido en Valdelacasa de Tajo y dentro de un mes cumplirán ocho décadas felizmente casados

Durante cientos de años se ha hablado del amor, se ha escrito sobre él, le han dedicado canciones, pero pocos son los afortunados que conocen el amor que dura más que toda una vida. Justo Galindo y Lucía Rodríguez, tras sus casi 80 años casados, han conocido en profundidad todas las etapas del amor y del matrimonio.

Los abuelillos , como los llaman en su pueblo, se han convertido en el matrimonio más longevo de Extremadura. Una pareja que, pese a los pequeños achaques de la edad, mantiene una buena salud y son candidatos a entrar en la lista mundial de matrimonios vivos más longevos. Una larga vida juntos donde la fórmula para permanecer unidos ha sido, según cuentan, el amor y el profundo respeto que ha habido entre ellos a lo largo de estos años.
Los dos nacieron en el tranquilo pueblo extremeño de Valdelacasa de Tajo, situado al este de la provincia de Cáceres, enclavado entre la sierra de Valdelacasa y el río Tajo, de ahí su nombre. Se conocieron en los famosos bailes veraniegos del pueblo. A Lucía le encantaba bailar, pero a Justo no tanto. Debido a esto, Lucía confiesa que "tenía que bailar con un amigo llamado Juan Cruz porque Justo estaba siempre sentado". Los hijos, al igual que el padre, evitan bailar salvo en ocasiones necesarias. "A mí me gusta bailar a mi aire" afirma uno de ellos.
Se casaron un 2 de septiembre del año 1932, tras 5 años de noviazgo. Ella fue vestida "con un estilo muy hippie", según cuenta su hijo Justo. Tras su boda, tuvieron 4 hijos varones: Felipe, Justo, Pedro y Felipe (dos de ellos residentes en Madrid) y a partir de ahí el árbol genealógico ha ido aumentando hasta tener 6 nietos y 7 biznietos.
Justo pasó cuatro años en Melilla haciendo el servicio militar, en la sección de Sanidad; y años más tarde participó en la Guerra Civil española junto a los carabineros en la frontera de Portugal. Esto no le impidió conocer a su segundo hijo, Justo, que a los seis meses de nacer fue llevado al lugar donde estaba él, gracias a la proximidad existente entre Extremadura y Portugal.
Lucía, tras haber superado un cáncer de colon hace 20 años, el pasado 6 de julio cumplió 101 años. "Mi madre se ha dedicado por completo a cuidar de nosotros; hemos sido los más arreglados del pueblo", recuerda Justo. "Además de ser una excelente ama de casa y madre, también ha sido una fantástica cocinera", siendo todo un manjar para algunos amigos de sus hijos y vecinos de la familia sus famosos huevos fritos.
Con sus 104 años, Justo es un gran amante del campo y los animales. Ha ejercido su profesión de tratante de ganado con gran dedicación y esfuerzo, desplazándose por ello de feria en feria cada 15 días. Entre las más visitadas se encontraba la feria de Talavera de la Reina. "Mi padre ha trabajado toda la vida sin haber tenido vacaciones y nunca ha protestado", indica su hijo. Hasta alcanzar los 100 años ha estado paseando por el pueblo y saliendo al campo para cuidar de sus reses. Es conocido por todos en Valdelacasa, hasta por personas de los pueblos colindantes que cada vez que pasan con el autobús preguntan por la salud del 'abuelillo'. Desde que Lucía sufrió una caída y se fracturó la cadera, él siempre ha permanecido a su lado cuidándola y desde entonces comparten su tiempo en casa junto a vecinos y familiares.
Para este matrimonio valdecasareño no todo ha sido fácil. Han sufrido la pérdida de su primer hijo cuando era niño a causa de un sarampión y hace quince años la muerte de otro de sus hijos a la edad de setenta años. Esto les marcaría para siempre. Pero si algo les ha ayudado a superar estos duros momentos ha sido el permanecer el uno junto al otro y recordar cada día los mejores momentos de sus años vividos.
 
El Periódico Extremadura | Jueves, 19 de julio de 2012