miércoles, septiembre 1

Recuerdos de familia

ampliar foto
 DE ANTAÑO. José Bollea, su esposa e hijos, en su primera foto en Tucumán. LA GACETA / GENTILEZA FAMILIA BOLLEA


"El nono y mis padres se levantaban a las 4 de la mañana y no paraban de trabajar"

Llegada a Tucumán en 1885. Trabajo de sol a sol y una vida sin lujos. Arado y mulas para sembrar. Comían pastas, pero luego agregaron humita y locro. "El sueño de mi vida era conocer la casa de mi abuelo en Cigliano, cerca de Torino, en la región del Piamonte. Yo lo quería muchísimo y creo que era su predilecta. Será porque era la única nieta mujer. Recuerdo que cuando tenía 6 o 7 años, él se sentaba en una silla y me alzaba para después hamacarme. Y yo era muy cariñosa: le acariciaba la cabeza y lo peinaba. Casi todos los días me daba 5 centavos y me decía: ’ba capé la ciculata’ (vaya a comprar el chocolate). Como yo le tenía miedo a las lagartijas, él me llevaba de la mano hasta un almacén de la calle Muñecas. Muchos años después, cuando estaba de visita en Cigliano y me llamaron para almorzar, salí de mi habitación hacia el jardín y apenas hice unos pasos se me cruzó una lagartija. Y entonces pensé: es el abuelo que me vino a recibir, y lloré de la emoción".

Así, Albina Bollea, de 83 años, evoca al "nono" que llegó en su juventud a Tucumán, en 1885, temeroso y solitario, pero cargando un rosario de ilusiones para concretar en la tierra prometida.

El abuelo de Albina, que se llamaba José Antonio Bollea, arribó a Buenos Aires ese mismo año y fue alojado en el Hotel de los Inmigrantes. Estaba casado en Italia y tenía una hija. Vino contratado por una empresa que instalaba las vías del ferrocarril que uniría la Capital Federal con Salta, pasando por Tucumán.

Hortalizas y vacas

"Mi abuelo se radicó en la provincia a los tres meses de llegar a Buenos Aires y después de cinco 5 años pudo traer a su esposa y su hija. Cuando terminó este trabajo arrendó un terreno en Muñecas al 1.100, que en esa época era campo, y se dedicó a cultivar hortalizas y maíz y a criar vacas. Luego, con más dinero, compró dos manzanas en la calle México, entre Muñecas y 25 de Mayo", agregó la mujer.

Don José tuvo en Tucumán dos hijos más y murió en 1936, cuando tenía 81 años. "Mis padres y el nono se levantaban a trabajar a las 4 o 5 de la mañana y no paraban hasta el mediodía cuando almorzaban. Descansaban un rato y a las 3 de la tarde volvían a la quinta. Usaban un arado que empujaban con la ayuda de mulas. Y llevaban al centro leche, huevos, gallinas y verduras para vender. Trabajaban de sol a sol y se acostaban temprano", recuerda.

Día de San Emilio
Sobre los días de esparcimiento, dijo que eran muy pocos, y que la fiesta más grande era el Día de San Emilio, patrono de los piamonteses, el 11 de octubre. "Se hacía -continúa- una fiesta en la casa de alguno de los paisanos. Entonces era muy difícil trasladarse porque las calles se ponían muy barrosas cuando llovía. Se usaba un coche o carreta tirado por caballos. No había ningún tipo de lujos: la luz eléctrica recién llegó en 1937.

La mujer señala que todavía conserva la casa de su abuelo, de unos 110 años de antigüedad, en la calle México. "Ellos contaban lo feo que fue el viaje en barco, de más de un mes, hasta llegar a Buenos Aires. En esa época un paisano traía al otro y lo ayudaba al principio con un pedazo de tierra y dos animales y un arado. En Santa Fe, en Córdoba y en Tucumán se formaron muchas colonias de piamonteses. Ellos decían, en broma por supuesto, que en esas provincias había más paisanos que en el mismo Piamonte", cuenta y suelta una carcajada.

Venta de pastas
Giovanni Boggiatto también vino a Tucumán desde Cigliano, años después que José Bollea. Llegó con su esposa y tres hijos. Uno de ellos, también llamado Giovanni, era el padre de Lilia Boggiatto, quien cuenta la historia.

"Cuando llegaron, mi abuelo puso un negocio y mi papá se dedicó a trabajar en otro lugar. Aquí nació otro varón, que ya vino gestado de Italia. Se establecieron en Chacabuco al 500, en una casa grande. Cuando mi papá tenía 29 años, volvió con sus padres a Cigliano y allí se casó con mi madre, Rosa Vigliano. Regresaron a Tucumán y aquí nacieron Irma, Atilio y yo. Entonces, mi papá se dedicó a vender pastas", relata. En cuanto a la comida, Lilia contó que primero comían polenta, fideos, ravioles, pero luego se volcaron a la humita, el locro y la mazamorra. "Mis padres vendieron después esa gran propiedad e hicieron en 9 de Julio al 600 dos casas: en una vivíamos nosotros y la otra fue alquilada", recordó.

 

2 comentarios:

  1. ME EMOCIONE CON LA NOTA,MI PADRE SE LLAMA PEDRO JOSE BOLLEA,Y MIS ABUELOS ERAN PABLO JOSE BOLLEA Y SU ESPOSA MARIA ROBOTTI.
    MI TIO DE APELLIDO VIGLIANO VIVIA EN CALLE CHILE AL 1200,TRABAJO EN LA CAJA POPULAR DE AHORRO (ALLI TRABAJAN SUS HIJOS MARCELO Y FREDY) MI PREGUNTA ES ¿SEREMOS FAMILIA?

    ResponderBorrar
  2. Sra ud nombró que don José Antonio Bollea tuvo 2 hijos más aca en Tucumán , por casualidad uno de ellos se llamaba José Pablo Bollea,por que si es así se trata de mi abuelo que le decian de apodo ¨Don Noto¨,padre de Pedro Jose Bollea (mi padre),Juan Carlos Bollea y Hugo Bollea.Saludos a Ud y su Familia.

    ResponderBorrar