jueves, julio 23

San Martin y sus Granaderos


El proximo 17 de Agosto se conmemora en Argentina un nuevo Aniversario del fallecimiento del General Don Jose de San Martin, reconocido como el Padre de la Patria.
Se nos ha enseñado mucho sobre el, su trabajo, y su familia. Sabemos con quien se caso, y conocemos tambien a su hija Merceditas...pero que sabemos de los valientes Granaderos???
Por mi parte , casi nada...asi que comienzo a investigar y a compartir con ustedes

http://www.youtube.com/watch?v=xP2TE_odqfU&feature=related
El 16 marzo de 1812,el gobierno superior provisional de las Provincias Unidas del Río de la Plata, con las firmas de Chiclana, Sarratea y Rivadavia, expide el nombramiento efectivo de José de San Martín como Teniente Coronel de caballería y “Comandante del Escuadrón de Granaderos que ha de organizarse”, el que sería a lo largo de la tenaz lucha emprendida contra el poder real, el alma y el cuerpo vertebral del éxito del pronunciamiento revolucionario.

Para la concreción del mismo, San Martín había expuesto detalladamente ante el gobierno la necesidad de formar un cuerpo modelo, donde privara la calidad humana de sus integrantes sobre la cantidad, de tal manera que dotándolo de un espíritu, fuera el núcleo de un ejército disciplinado y moderno, capaz de combatir con todas las probabilidades de éxito contra las veteranas fuerzas del rey.

Además, la aguda percepción político-militar sobre su patria, de su territorio, de sus posibilidades, de la idiosincrasia y aptitudes de sus habitantes, como de la extensión de sus líneas de operaciones le señalaban, sin ninguna duda, la materialización de esa idea en un cuerpo de caballería, que ya en los campos de batalla de Europa había demostrado todo su valor y potencialidad

Formaron en el núcleo inicial de aquel escuadrón, que sirviera de base para la integración del regimiento, el cual puede darse por constituido como tal en mayo de 1812, los siguientes jefes y oficiales:

En la plana mayor como Comandante el Teniente Coronel don José de San Martín;
el Sargento Mayor don Carlos María de Alvear;
el Ayudante Mayor don Francisco Luzuriaga
y el Portaguión don Manuel Hidalgo.

El escuadrón, dividido en dos compañías, estaba integrado así:
En la primera el Capitán don José Zapiola,
el Teniente don Justo Bermúdez
y el Alférez don Hipólito Bouchard.
En la segunda el Capitán don Pedro Vergara,
el Teniente don Agenor Murillo
y el Alférez don Mariano Necochea.(mi ciudad lleva su nombre) 
(figuran nombres que después, con el correr del tiempo, se harían ilustres en la historia de la patria).
En total, el número de efectivos del escuadrón era de dos jefes, ocho oficiales, nueve sargentos, un trompeta, tres cabos y treinta y un granaderos.

Selección del personal

La política de selección del personal, extremadamente rigurosa en los cuadros, se extendió también al de los reclutas, consignándose, por ejemplo, en la nota remitida al señor Doblas, con fecha 18 de agosto de 1812, que se trasladase “… a Misiones con el objeto de extraer trescientos jóvenes naturales de talla y robustez, con destino al Regimiento de Granaderos a Caballo al mando del teniente coronel don José de San Martín, oriundo de aquel territorio…” …cuya intención revelaba desde un principio el valor que se asignaba a la relación del terruño con el jefe para acrecentar el espíritu del cuerpo.

Aquella orden no pudo cumplirse por varias circunstancias, recurriéndose a la incorporación de reclutas de diversas provincias con un criterio de selección sumamente exigente, que tan buenos resultados daría luego en la práctica.

La larga experiencia en la carrera de las armas había convencido a San Martín del valor imponderable del ejemplo, como base para cimentar la educación e instrucción de la tropa. El general Espejo, testigo presencial, detalla todo este severo aprendizaje:

“Bajo este sistema, sostenido con perseverancia y hasta con vigor -dice en sus Memorias sobre el Paso de los Andes- se verificó la enseñanza de todos y cada uno de los soldados de ese cuerpo, debiendo añadir que no era una enseñanza de mera forma ni que el jefe u oficiales tolerasen algunas pequeñas faltas de ejecución, no señor. No se pasaba de una lección a otra mientras no se viera perfecta y bien ejecutada la anterior. Que las lecciones enseñaban, y si causa se observa sin excusa ni pretexto de ningún género, hasta que todas y cada una de las posiciones y movimientos de táctica se arraigaban como hábito en los hombres.

“Así es que los soldados educados en la escuela de San Martín eran entonces y han sido después un modelo digno de ser imitados, por su gallarda apostura, sus airosos movimientos y su arrogante despejo, tanto en las funciones militares cuanto en las civiles y sociales.

“¿Y qué diremos acerca del aseo personal y la uniformidad del traje? baste decir, que era tan sostenido y escrupuloso su cuidado como lo había sido el de la instrucción.
No se toleraba una manchita en el uniforme, ni un botón no bien limpio.”

Exigente al extremo consigo mismo el Jefe del Regimiento de Granaderos estableció un código de honor al cual debían ajustar su conducta todos los oficiales, sin excepción y sin miramientos, con el objeto de preservar, juntamente con la disciplina, armazón de toda organización militar, el honor que es el alma de todo soldado y de todo cuerpo.

Es de mucho interés transcribir la lista de los “delitos por los cuales deben ser arrojados los oficiales” por cuanto proyecta, con caracteres firmes y definidos, la razón de ser de aquella conducta ejemplar que caracterizó siempre a sus cuadros, en toda la Guerra de la Independencia, por la vasta amplitud americana.

Se reputaban delitos:
1º Por cobardía en acción de guerra, en la que aún agachar la cabeza será reputado tal.
2º Por no admitir un desafío, sea justo o injusto.
3º Por no exigir satisfacción cuando se halle insultado.
4º Por no defender a todo trance el honor del cuerpo cuando lo ultrajen a su presencia o sepa ha sido ultrajado en otra parte.
5º Por trampas infames como de artesanos.
6º Por falta de integridad en el manejo de intereses, como no pagar a la tropa el dinero que se haya suministrado para ella.
7º Por hablar mal de otro compañero con personas u oficiales de otros cuerpos.
8º Por publicar las disposiciones internas de la oficialidad en sus juntas secretas.
9º Por familiarizarse en grado vergonzoso con los sargentos, cabos y soldados.
10º Por poner la mano a cualquier mujer aunque haya sido insultado por ella
11º Por no socorrer en acción de guerra a un compañero suyo que se halle en peligro, pudiendo verificarlo.
12º Por presentarse en público con mujeres conocidamente prostituidas.
13º Por concurrir a casas de juego que no sean pertenecientes a la clase de oficiales, es decir, jugar con personas bajas e indecentes.
14º Por hacer un uso inmoderado de la bebida en términos de hacerse notable con perjuicio del honor del cuerpo.

El culto exagerado del valor y del honor, la exigencia imposible en la instrucción, la persistencia constante en el duro aprendizaje físico, la férrea disciplina, el orgullo ilimitado de ser granadero, la altivez en la mirada, en el gesto o en el hablar, fueron el basamento que cimentaba a aquellos hombres, educados nada menos que en una misión, sin otra alternativa que la victoria o la muerte.

Con fecha 11 de setiembre de 1812 se crea, por decreto, el segundo escuadrón, y el 5 de diciembre de ese mismo año, con las firmas de Rodríguez Peña, Alvarez Jonte y de Tomás Guido como secretario interino de Guerra, se dispone la formación del tercer escuadrón.

En la misma forma como se había procedido al crear el Cuerpo, es recién con el decreto ascendiendo a Coronel a San Martín, con fecha 7 de diciembre de 1812, que se usa por primera vez el nombre de Regimiento.

“Atendiendo a los méritos del Comandante don José de San Martín ha venido a conferirle el empleo de Coronel del Regimiento de Granaderos a Caballo, concediéndole las gracias, exenciones y prerrogativas que por este título le corresponden.”

Posteriormente, con fecha 5 de mayo de 1812, con la firma de Miguel de Azcuénaga, se ordena que… “… queda puesto a disposición del Comandante del nuevo escuadrón de Granaderos a Caballo, el cuartel que ocupa en el Retiro el Regimiento de Dragones de la Patria; y lo aviso a V.S. en contestación a su oficio de ayer en que me comunica haberlo ordenado así el Superior Gobierno.”

Esta zona era conocida desde la época de las invasiones inglesas como Cuartel del Retiro, siendo su ubicación aproximadamente la zona que bordea la actual plaza San Martín (Arenales y Maipú).

Frente al mismo Regimiento, ante la curiosa mirada de los habitantes de la zona del Retiro, se realizaban diariamente las prácticas en el llamado “Campo de la Gloria” denominado luego de la Revolución de Mayo, como “Campo de Marte.”

No había transcurrido un año desde su creación cuando el 3 de febrero de 1813 tocaría al regimiento recibir su bautismo de fuego allá en San Lorenzo, a orillas mismas del Paraná.

Fuente:                                                                                                                                                                                                                                                                                                                            Leoni, Luis - Historia de una epopeya - Instituto Nacional Sanmartiniano                                                                                                                                                    Urueña, Pedro Alberto - Asociación de Granaderos Reservistas de la República Argentina                                                         www.revisionistas.com.ar




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