lunes, diciembre 14

Una historia de amor con un final con sabor de vino

El español que se quedó por amor


Griselda y Marcela Baquero son el resultado de un historia de amor que comenzó hace casi 130 años.

Rito Baquero y Cárceles (Toledo, España – Mendoza, 1930) era comendador del Rey Alfonso XIII de España. Como tal, en 1881 pasó por Mendoza de camino a Chile. Aquí fue invitado a una fiesta en la cual conoció y se enamoró de Naciansena Suárez Zapata. Se casó con ella y se quedó en la provincia.

De ese matrimonio nacieron Cristóbal, quien no tuvo descendencia, y José, quién se casó con una prima hermana: Blanca Rosa Suárez, y tuvieron dos hijos: Luis Rito y José Carlos. Mientras que el primero no tuvo hijos, el segundo, que era ingeniero agrónomo, se casó con una farmacéutica llamada Griselda Romano, de quienes nacieron Griselda y Marcela. “Somos las únicas chancletas de la línea sucesoria de Rito”, comenta Marcela. En tanto, Grisi destaca que en cada generación ha habido alguien que no tuvo hijos, “como yo”.

Poderoso y benefacto

Rito Baquero era descendiente de una antigua familia viñatera de Castilla la Nueva, quien al llegar a Mendoza compró tierras en Coquimbito (Maipú) y cultivó viñedos, y construyó un chalet y una bodega para hacer sus propios vinos. Esa finca, hoy de 60 ha, llegó a tener 120 ha y fue la más importante de las que poseyó el “hispanomendocino”.
Entonces, hizo venir a sus hermanos Ciriaco y Emeterio para trabajar en la elaboración, cuya primera producción se vendió en 1886. En 1887, los tres fundaron el Establecimiento Vitivinícola Baquero Hnos., que pasó a ser conocido como “El Baquero”. Además, contaba con viñedos en otras zonas de Maipú y Panquehua (Las Heras), que alcanzaron las 100ha con uvas Malbec, Criolla y Cabernet
Si bien a lo largo de su historia la bodega tuvo dos marcas para vino embotellado, su fuerte fue el traslado, que se hacía con carros y tropas propias. Desde 1998 produce la marca Baquero 1886 (entre 10.000 y 15.000 botellas anuales), y es una de las pocas bodegas locales aún en manos de descendientes: las dos bisnietas de Rito, quienes además mantienen otras marcas: Rito Baquero, Baquero Hermanos y Agapantus
Rito fue un hombre de gran sensibilidad y solidaridad. Los españoles que decidían emigrar a Mendoza, venían con una recomendación de ubicarlo: muchos se iniciaron a partir de préstamos en efectivo que el bodeguero les concedio
Y como otros tantos bodegueros españoles, bregó por la creación en Mendoza de instituciones para los llegados de su país, como el Club Español; fue miembro de la Sociedad Española de Socorros Mutuos, la cual llegó a presidir, y formó parte de la comisión pro Hospital Español, inaugurado el 20 de octubre de 1939.


Los descendientes hoy

Griselda y Marcela Baquero dicen que son ricas pero no millonarias


Las bisnietas del bodeguero Rito Baquero heredaron valiosas tierras y propiedades, aunque de un rédito muy bajo. Su interés es mantener ese patrimonio familiar. Viven del alquiler de casas.

06-12-2009- Diario Uno
“Nosotras somos ricas en propiedades, pero no tenemos dinero”. Las dueñas de tan paradójicas palabras son las hermanas y socias en los negocios familiares Griselda y Marcela Baquero.
Con eso, la únicas bisnietas de don Rito Baquero, un inmigrante español que hacia principios de 1900 estaba entre los bodegueros más poderosos de Mendoza, explican que poseen tierras, propiedades, marcas de vino y hasta ganado, pero no tienen grandes sumas de efectivo o, al menos, “el necesario para vivir bien”.
Y, en efecto, aunque podrían desprenderse de todas esos bienes, con lo que indudablemente harían una gran fortuna, eligen no desapegarse de esa herencia que les demanda mucha plata mantener e, incluso, les ha permitido impulsar sus propios emprendimientos empresariales.
Griselda y Marcela son dueñas de la finca de Coquimbito que perteneció a Rito (hoy de 60 hectáreas, pero antes de 120), donde hay una fastuoso chalet construido a finales del siglo XIX y un viñedo de Malbec. También poseen otros terrenos y casas que pertenecieron al bisabuelo en otros sitios de Mendoza –como tierras y ganado en General Alvear– y las marcas de vino que elabora la Bodega Baquero 1886, aunque en forma tercerizada, porque el edificio original se cayó con un terremoto (ver aparte).
Además, en un viejo depósito ubicado en la finca maipucina construyeron una original posada para turistas: El Rancho, que se promociona a nivel internacional; y Marcela, con una socia, se dedican a producir y vender cremas a base de uva y aceite de oliva.
Así, en esta cuarta generación Baquero arraigada en Mendoza parecen convivir tres espíritus: el de las orgullosas herederas y continuadoras de los negocios iniciados por sus ancestros hacia 1885, el de las albaceas de buena parte del patrimonio material e inmaterial de la estirpe Baquero y el de dos mujeres con caracteres marcadamente diferentes, pero igualmente emprendedoras, lo que las convierte en una mezcla de administradoras y empresarias, aunque ellas prefieren autodefinirse como “hacedoras”, y con el mismo empeño transmitido de generación en generación desde el bisabuelo Rito.
–¿Se consideran empresarias?

Griselda: –Empresarias es una palabra muy grande.
Marcela: –Somos unas continuadoras, unas hacedoras. Porque todos los días hacemos cosas y siempre estamos haciendo.
–Noto que se empeñan en mantener la memoria de sus ancestros, en particular la de don Rito...
G: –Es que también fue un hacedor. Y sobre todo, una persona que se dedicó mucho a la comunidad más que a lo personal. Creo que ese mensaje ha sido retransmitido y nuestro fin no es el dinero. Nosotras somo ricas en propiedades, pero no tenemos dinero.
–¿Y por qué mantener todo este patrimonio que podría llenarles la cuenta del banco?

G: –Porque yo ya viví en el exterior y ahora quiero vivir aquí, en esta casa (se refiere al chalet de Coquimbito).
M: –Creo que también somos ricas de espíritu, porque todos los días nos levantamos con optimismo y con ganas de hacer cosas. Y ese espíritu, por ejemplo, se lo entregamos a los turistas que se alojan en El Rancho.
–Ustedes dicen que no son ricas, pero entonces, ¿cómo hacen para mantener todas sus posesiones?

G: –Tenemos dos casas alquiladas y también cosecha de aceitunas, aunque este año cayó piedra.
M: –Nos alcanza para vivir bien y disfrutar con los amigos, y sobre todo con los valores con los que fuimos educadas.
–¿Cuáles fueron esos valores?

G: –Educación –por eso las dos estudiamos–, el trabajo, siempre hacer cosas, la honestidad...
–En otro orden, ¿el negocio del vino es machista?

M: Ya no. Hay muchas mujeres que están dirigiendo bodegas.
G: Como no tuvimos hermanos varones, nos educaron para el trabajo y los negocios: mi padre nos llevaba a la bodega, la finca, la oficina. Nos criaron para defender nuestras cosas.


–¿Qué van hacer con la bodega?

G: Un estudio cinematográfico (risas). Si están las piletas, que pueden servir para eso. En serio, estamos pensando en hacer un establecimiento más moderno. El antiguo sale mucha plata arreglarlo.


–¿Qué esperan de la quinta generación de Baquero (los hijos de Marcela)?

G: –No pasarles un mandato. Nosotras lo recibimos un poco con esto de mantener las cosas que habían hecho los antepasados.


M: –Mi hijo mayor ya se está proyectando hacia afuera, pero noto que a los tres les interesa seguir manteniendo todo esto.


Fuente http://www.diariouno.com.ar/

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