Tienen unos 2.000 años. Las muestras serán enviadas a La Plata para la prueba de Carbono 14, que determinará la edad de lo extraído.
En la excavación de unos cuatro metros de profundidad, los arqueólogos analizaron minuciosamente el terreno. (Marcelo Ruiz / Los Andes)
En las obras del Monumento al Bicentenario, que la administración provincial construye en Centro Cívico, aparecieron restos arqueológicos que tendrían 2.000 años de antigüedad.
El hallazgo fue comunicado al mediodía de ayer por el grupo que encabeza doctor en Arqueología Horacio Chiavazza, director del Centro de Investigaciones de las Ruinas de San Francisco (Cirsf) de la Municipalidad de la Capital.
En la víspera, hubo una conferencia de prensa en el escenario del descubrimiento, una gran depresión de más de cuatro metros de profundidad, justo enfrente de la explanada de la Casa de Gobierno. Las máquinas de la empresa constructora dejaron de operar allí y excavaban en otros sectores del terreno.
Chiavazza y un grupo de 15 integrantes del Cirsf vienen siguiendo la evolución del proyecto, y realizan periódicas inspecciones en las grandes excavaciones que realiza la contratista.
Fue así que en este fin de semana, la mirada experta de los sabuesos de la tierra dio con restos de carbones, cerámica, piedras de moler granos (que podrían ser vainas de algarrobo) e incluso huesos de animales que formaron parte de la dieta de aquellos legendarios habitantes, hace unos 2.000 años. Ha sido absoluta casualidad que el anuncio haya coincidido con el Día Internacional de las Poblaciones Indígenas del Mundo, que se celebra hoy.
El aplicado grupo de “los arqueólogos de la ciudad” -que ha desarrollado una vasta tarea investigativa en el Área Fundacional- había delimitado con cuerdas las áreas de hallazgo. No permanecerán mucho tiempo más en el lugar, ya que la idea es tomar muestras y permitir la continuación de los trabajos.
Se aclaró que los materiales extraídos se corresponden a una población que antecedió aproximadamente en 1.000 a 1.500 años a los huarpes, los antiguos habitantes de la zona. Más precisiones se obtendrán cuando los restos de carbón (producto de combustiones que hacían estas tribus) sean analizados por técnicos de la Universidad de la Plata, que los someterán a análisis radiocarbónicos (C 14), la llave para ajustar la datación del material extraído.
Estos alfareros, que como queda dicho, moraban por aquí unos 1.500 años antes del arribo de los españoles, explotaban recursos vegetales, como el algarrobo, que molían en el sitio, entre otras formas de alimentación; además, consumían el cui y peces, probablemente la perca. Esos indígenas se caracterizaban por poseer una cerámica de color grisácea, que utilizaban para actividades culinarias o almacenaje.
Partes de esos recipientes fueron encontrados y conforman de los elementos más importantes hallados. El especialista, secundado por Valeria Zorrilla, explicó que algunos fragmentos están tiznados, o sea vinculados a la práctica del fuego.
“Por las características del sedimento -señaló Chiavazza- está claro que esta parte de la ciudad recibía inundaciones o desbordes, probablemente de los canales que actualmente están canalizados como zanjones”.
Además de los objetos descriptos, aparecieron diminutos trozos de rocas que no pertenecen al lugar y sí a la precordillera, lo que indicaría la movilidad y desplazamientos de aquellos remotos aborígenes alfareros.
El descubrimiento es el resultado del proceso de evaluación de impacto ambiental, que se inició en febrero cuando arrancó el proyecto.
Éste es uno de los aspectos, el arqueológico, pero en materia forestal hubo mucho debate, ya que grupos ecologistas y protectores del ambiente impidieron la tala de árboles, erradicación que posteriormente fue determinada en los estrados judiciales.
En enero y febrero, los rastreadores practicaron sondeos en pozos de tres metros de diámetro por seis metros de profundidad, y allí fueron detectando algún potencial arqueológico que los puso sobre aviso. Además, contaban con los antecedentes logrados por un notable colega, Ángel Rusconi, quien detectó algunos entierros humanos. Ocurrió para la época de construcción de la Casa de Gobierno, en los años ‘50.
Con estas previsiones, la Dirección de Patrimonio tomó los recaudos para que se hiciera la búsqueda y el rescate ahora materializado.
El ministro de Infraestructura de la Provincia, ingeniero Mariano Pombo, estuvo observando el laboreo de la gente del Área Fundacional, y también concurrió la directora de Patrimonio, arquitecta Liliana Girini, quien convalidó el hallazgo de sus colegas.
El hallazgo fue comunicado al mediodía de ayer por el grupo que encabeza doctor en Arqueología Horacio Chiavazza, director del Centro de Investigaciones de las Ruinas de San Francisco (Cirsf) de la Municipalidad de la Capital.
En la víspera, hubo una conferencia de prensa en el escenario del descubrimiento, una gran depresión de más de cuatro metros de profundidad, justo enfrente de la explanada de la Casa de Gobierno. Las máquinas de la empresa constructora dejaron de operar allí y excavaban en otros sectores del terreno.
Chiavazza y un grupo de 15 integrantes del Cirsf vienen siguiendo la evolución del proyecto, y realizan periódicas inspecciones en las grandes excavaciones que realiza la contratista.
Fue así que en este fin de semana, la mirada experta de los sabuesos de la tierra dio con restos de carbones, cerámica, piedras de moler granos (que podrían ser vainas de algarrobo) e incluso huesos de animales que formaron parte de la dieta de aquellos legendarios habitantes, hace unos 2.000 años. Ha sido absoluta casualidad que el anuncio haya coincidido con el Día Internacional de las Poblaciones Indígenas del Mundo, que se celebra hoy.
El aplicado grupo de “los arqueólogos de la ciudad” -que ha desarrollado una vasta tarea investigativa en el Área Fundacional- había delimitado con cuerdas las áreas de hallazgo. No permanecerán mucho tiempo más en el lugar, ya que la idea es tomar muestras y permitir la continuación de los trabajos.
Se aclaró que los materiales extraídos se corresponden a una población que antecedió aproximadamente en 1.000 a 1.500 años a los huarpes, los antiguos habitantes de la zona. Más precisiones se obtendrán cuando los restos de carbón (producto de combustiones que hacían estas tribus) sean analizados por técnicos de la Universidad de la Plata, que los someterán a análisis radiocarbónicos (C 14), la llave para ajustar la datación del material extraído.
Estos alfareros, que como queda dicho, moraban por aquí unos 1.500 años antes del arribo de los españoles, explotaban recursos vegetales, como el algarrobo, que molían en el sitio, entre otras formas de alimentación; además, consumían el cui y peces, probablemente la perca. Esos indígenas se caracterizaban por poseer una cerámica de color grisácea, que utilizaban para actividades culinarias o almacenaje.
Partes de esos recipientes fueron encontrados y conforman de los elementos más importantes hallados. El especialista, secundado por Valeria Zorrilla, explicó que algunos fragmentos están tiznados, o sea vinculados a la práctica del fuego.
“Por las características del sedimento -señaló Chiavazza- está claro que esta parte de la ciudad recibía inundaciones o desbordes, probablemente de los canales que actualmente están canalizados como zanjones”.
Además de los objetos descriptos, aparecieron diminutos trozos de rocas que no pertenecen al lugar y sí a la precordillera, lo que indicaría la movilidad y desplazamientos de aquellos remotos aborígenes alfareros.
El descubrimiento es el resultado del proceso de evaluación de impacto ambiental, que se inició en febrero cuando arrancó el proyecto.
Éste es uno de los aspectos, el arqueológico, pero en materia forestal hubo mucho debate, ya que grupos ecologistas y protectores del ambiente impidieron la tala de árboles, erradicación que posteriormente fue determinada en los estrados judiciales.
En enero y febrero, los rastreadores practicaron sondeos en pozos de tres metros de diámetro por seis metros de profundidad, y allí fueron detectando algún potencial arqueológico que los puso sobre aviso. Además, contaban con los antecedentes logrados por un notable colega, Ángel Rusconi, quien detectó algunos entierros humanos. Ocurrió para la época de construcción de la Casa de Gobierno, en los años ‘50.
Con estas previsiones, la Dirección de Patrimonio tomó los recaudos para que se hiciera la búsqueda y el rescate ahora materializado.
El ministro de Infraestructura de la Provincia, ingeniero Mariano Pombo, estuvo observando el laboreo de la gente del Área Fundacional, y también concurrió la directora de Patrimonio, arquitecta Liliana Girini, quien convalidó el hallazgo de sus colegas.
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