sábado, marzo 30

Documentos históricos están en Internet

Son más de 33 mil imágenes de registros notariales, judiciales y de censos. Fueron impresos entre 1574 y 1926. La tarea fue realizada de manera gratuita por Family Search, de la Iglesia de los Santos de los Últimos Días. Interés en los listados de la UNC.

 

Desde el martes están publicados en Internet 33.149 documentos digitalizados del Archivo Histórico de Córdoba, tarea realizada por la empresa Family Search, asociada a la Iglesia de los Santos de los Últimos Días.
El trabajo comenzó hace cinco meses, y consistió en la digitalización de censos y varios catálogos e índices del Archivo Histórico, realizados entre 1574 y 1926. No tuvo ningún cargo para la Provincia, sino que el trato consiste en que la firma se queda con una copia.
Según se detalla en la página web de Family Search (www.familysearch.org), los censos abarcan a Córdoba capital y varias localidades de la provincia, mientras que los índices y los catálogos incluyen varios registros tales como protocolos notariales, registros criminales y gubernamentales.
Los documentos son de libre acceso, y se pueden encontrar, por ejemplo, un poder general y especial fechado el 23 de diciembre de 1590, firmado por el notario Juan Nieto, otorgado a Antonio Suárez Mejía para “administrar los indios” de la encomienda de Diego Rodríguez de Ruesgas.

En detalle
Más de 33 mil documentos. Son censos que abarcan Córdoba capital y varias localidades de la provincia, mientras que los índices y los catálogos incluyen varios registros tales como protocolos notariales, registros criminales y gubernamentales. Pertenecen al Archivo Histórico de la Provincia.
Cómo acceder. El enlace directo es https://familysearch.org/search/collection/2094247?cid=fb_grc_argentina
Sin costo. La tarea no tuvo costo para la Provincia. Pero Family Search se quedó con una copia de los registros que se digitalizaron.


Para leer la nota completa:
 http://www.lavoz.com.ar/ciudadanos/documentos-historicos-estan-internet

jueves, marzo 28

Stonehenge fue usado como cementerio desde sus orígenes.


Stonehenge fue usado como cementerio desde sus orígenes, unos 3.000 años antes de Cristo, antes de que se levantaran los megalitos y se trazaran las cuatro circunferencias concéntricas que han llegado hasta nuestros días.
El equipo capitaneado por el arqueólogo Mike Parker Pearson ha arrojado nueva luz sobre los misterios que aún rodean a la construcción más enigmática de la Edad de Piedra en Amesbury (Gran Bretaña), considerada por algunas teorías como un templo religioso, como un calendario solar o como un observatorio astronómico.
El documental 'Los secretos de los esqueletos de Stonehenge', que mañana emite el Canal 4 británico, intenta viajar a los orígenes del monumento de la mano de un grupo integrado por científicos de seis universidades británicas que ha reconstruido virtualmente el primer cementerio circular, antes del traslado de las 2.000 toneladas de piedra.
El equipo de Pearson ha analizado 50.000 restos cremados pertenecientes a 63 personas, tanto hombres como mujeres y niños (e incluso un recién nacido). Hasta la fecha se creía que la mayoría de los cuerpos enterrados eran masculinos, lo que alimentó la teoría de que fueran líderes religiosos o políticos.
Pearson ha ratificado en cualquier caso esa teoría y sostiene que probablemente fueron enterrados con sus familias. El hallazgo de cuencos, cabezas de maza y otros objetos rituales confirman su pertenencia a una 'elite' de 'sacerdotes'. Se estima que durante 200 años, Stonehengue fue ni más ni menos que un cementerio circular, marcado con pequeñas piedras de granito alrededor de un foso de más de 100 metros de diámetro.
Los restos cremadados aparecieron en 63 fosas individuales en los así llamados 'agujeros de Aubrey', en la parte exterior del monumento. El arqueólogo Mike Pitts estima incluso que podría haber "cientos de cuerpos enterrados en la zona que rodea el monumento, lo que confirmaría el innegable carácter funerario del monumento, más allá de todas las otras teorías con las que se ha especulado hasta la fecha".
Stonehenge está pasando por cierto por el mayor lavado de cara de su reciente historia, con la inversión de 33 millones de euros y la construcción de un nuevo centro para visitantes de bajo impacto que pretende precisamente disminuir la presión humana sobre el frágil monumento. El plan incluye el cierre al tráfico de la carretera A344 que permitía hasta ahora que los coches circularan a menos de medio kilómetro de los megalitos.

Fuente: 
Carlos Fresneda | Londres
 sábado 09/03/2013 23:11 horas

miércoles, marzo 27

Atapuerca, una ventana a la evolución humana

"Tenemos ya 1.3 millones de años de la evolución humana, faltaría por descubrir una especie: el Neandertal clásico" Eudald Carbonell, paleoantropólogo.

Su primera excavación la realizó a los 12 años. Aquella exploración “amateur” y “pirata”, como la describe, fue el comienzo de una larga trayectoria en la arqueología y la paleontología. Con más de 30 años de carrera, el destacado investigador catalán Eudald Carbonell i Roura (Gerona, 1953) es hoy uno de los más importantes especialistas en los estudios de la evolución humana y la prehistoria.
Es codirector del proyecto de investigación que desde hace 30 años se realiza en la Sierra de Atapuerca, Burgos, España, importante yacimiento paleontológico en donde han encontrado una gran cantidad de especies, entre ellos una mandíbula con antigüedad de 1.3 millones de años, que hasta hace unas semanas -cuando se dio a conocer el hallazgo de un diente de leche de un homínido datado en 1.4 millones de años-, era considerada la primera huella humana en Europa.
Carbonell, también profesor de Prehistoria en la Universidad Rovira i Virgili, de Tarragona, España, y Premio Príncipe de Asturias en 1997, visitó México para participar en las excavaciones que investigadores del INAH realizan en el yacimiento paleontológico de Chazumba, Oaxaca, donde se han hallado huesos de fauna de hace 25 mil años y lascas de sílex, posiblemente hechas por el hombre. “Ha sido mi primera experiencia de excavación en poblamientos tempranos en América”, destaca .
Durante su estancia en la ciudad de México, donde dictó una serie de conferencias, Carbonell habló con EL UNIVERSAL sobre su carrera como paleoantropólogo, de los hallazgos en Atapuerca, donde ha trabajado desde los 25 años, así como de la presencia de las primeras poblaciones en América y sus huellas en México.
¿Cuál fue su primer acercamiento a la prehistoria?
Empecé muy pronto. Antes de los cinco años hacía colección de fósiles acompañado de mi abuela y esto me marcó para la vida. De buscar fósiles pasé a interesarme por las ciencias naturales y a convertirme en arqueólogo y a ejercer toda mi vida, hasta hoy, a mis 60 años.
¿Y su primera excavación?
La hice cuando tenía 12 años. Fue de amateur en un yacimiento de una cueva que estaba cerca de donde estudiaba el bachillerato. Corría el año 1965. Hallamos cerámica, restos de animales prehistóricos y una moneda romana, esto fue lo que acabó de consolidar mi afición a la historia y a la prehistoria.
No tenía ningún permiso ni autorización. Esto no se debería hacer, pero yo lo hice cuando era muy joven. Era una excavación que habían hecho en los años 20 y lo que hice, con compañeros cómplices del colegio, fue recoger los materiales que habían dejado en esa excavación. Fue, como nosotros le llamamos, “una excavación pirata”.
Pero también llevábamos un cuaderno de excavación y todo. No destruimos el yacimiento, lo que hicimos fue reexcavar . Pero esto no se debe hacer.
Son más de 30 años de excavación en Atapuerca. ¿Qué significa para usted este yacimiento?
Empecé a excavar ahí cuando tenía 25 años y he pasado toda mi vida profesional en este yacimiento, también en otros, pero éste ha significado un cambio en mi forma de conocer y de entender el mundo. Así como nosotros hemos transformado a Atapuerca, Atapuerca nos ha transformado como personas y nos ha hecho como científicos.
¿Cuáles son los hallazgos más recientes en ese yacimiento?
Se refieren, entre otras cosas, a una presencia humana muy antigua de 1.2 millones de años en la Sima del Elefante, pero esperamos poder alcanzar hasta 1.5 millones de años en esta cavidad. Los hallazgos más recientes continúan siendo del mismo orden que siempre hemos tenido en los últimos 10 y 15 años, más restos de homínidos en la Sima de los Huesos, de medio millón de años, la excavación en la Gran Dolina de un campamento de cazadores de bisontes de aproximadamente 300 mil años.
¿Qué falta por descubrir?
Atapuerca es una ventana a la evolución. Tenemos 1.3 millones de años de la evolución humana, faltaría por descubrir una especie: el Neandertal clásico. Hemos descubierto un homínido de 1.3 millones de años, uno de 900 mil, homínidos de 500 y 400 mil años, pero nos faltaría el Neandertal clásico. Con esto tendríamos en un sólo yacimiento todas las especies que han vívido en Europa en la evolución.
Ha dicho que las especies de Atapuerca eran complejas, evolucionadas. ¿Qué lo lleva a pensar esto?
En Atapuerca, en la Sima de los Huesos hemos descubierto una acumulación intencional de cadáveres de 450 mil años, que indican que desde entonces existían ritos funerarios. Una gran complejidad, con un sistema social que los acerca mucho a nuestra especie y seguramente con el descubrimiento del fuego, se organizó la autoconciencia. Claro, sería muy importante hallar arte asociado a especies como el Homo heiderbegensis o neandertales, para poder confirmar esta hipótesis de que hace medio millón de años los humanos éramos conscientes como nuestra especie ahora.
¿Qué opina sobre el descubrimiento del diente de leche en Orce (Granada)?
En nuestro Instituto de Paleoecología Humana y Evolución Social trabajan los investigadores que han puesto al descubierto este diente del yacimiento de Barranco León, en Granada. Es de una antigüedad de 1.4 millones de años y que ya permite confirmar que en Europa hace unos 1.5 millones de años ya había una población humana muy bien instalada. Aunque sólo sea un molar, el diente de leche nos explica esta presencia humana tan antigua en el continente europeo. Hay que pensar que hasta hace poco tiempo las cosas más antiguas que se conocía en Europa no tenían más de un millón de años.
¿México cómo se ubica entre los estudios de la prehistoria en América? ¿Existen yacimientos antiguos?
México es un espacio importantísimo de América del Norte y tiene yacimientos prehistóricos extraordinarios. Pienso que México puede tener una población muy antigua, con ocupaciones de más de 15 mil años y es lo que ahora están desarrollando colegas con los que acabo de colaborar en Chazumba, con el doctor Joaquín Arroyo y Ramón Viñas, quienes tienen que demostrar esa presencia humana tan antigua, anterior a las grades ocupaciones Clovis en Norteamérica.
Estos convenios que hemos hecho con el INAH permitirán avanzar y actualizar el conocimiento de la prehistoria de México. México tiene ya varios yacimientos descubiertos, pero tiene un gran potencial para continuar. Hay una lista inmensa de yacimientos de más de 10 mil años y creo que los nuevos métodos y el trabajo interdisciplinar permitirá despejar la incógnita de cuándo fue que llegaron esos primeros pobladores a México.
¿Qué importancia tendrían estos hallazgos?
En América del Sur se han encontrado yacimientos de más de 13, 14 y hasta 15 mil años. La situación que tiene México es que está en el sur de América del Norte y en América Central. Es una enclave fundamental para entender el poblamiento longitudinal de América.
¿Cuál es la importancia del yacimiento de Chazumba, en Oaxaca?
Es un yacimiento clave porque permitirá demostrar si existe ocupación humana muy antigua que ha intervenido sobre gonfoterios, mamuts, perezosos y toda la fauna que ahí se ha encontrado, y de esta manera se podría explicar cuál es la raíz del poblamiento del Homo Sapiens en el continente.

Fuente:
 Domingo 10 de marzo de 2013 Abida Ventura | El Universal
 abida.ventura@eluniversal.com.mx

martes, marzo 26

Argentina, Córdoba, registros varios, 1574-1925

Descripción

Censos y varios catálogos e índices que se encuentran en el Archivo Histórico de la Provincia de Córdoba, Argentina. Los censos abarcan el territorio de Córdoba capital y varias localidades de la provincia de Córdoba. Los índices y los catálogos incluyen varios registros tales como protocolos notariales de la provincia y la ciudad de Córdoba, registros criminales y gubernamentales de la provincia de Córdoba y otras provincias circundantes. Si bien las imágenes de los registros originales mencionados en los índices y catálogos no están disponibles como parte de esta colección, la información que proveen puede utilizarse para solicitar copias de los originales al Archivo Histórico de la Provincia de Córdoba.

Información de la fuente

"Argentina, Córdoba, registros varios, 1574-1925." Images 33.149
FamilySearch. https://familysearch.org : accessed 2013.

lunes, marzo 25

Máxima, una reina con sangre italiana, francesa y vasca

Una investigación realizada con el aval de la familia de Máxima Zorreguietare construyó los ancestros maternos de la próxima reina de la Casa de Orange.


En Argentina, a miles de kilómetros de la próxima reina de Holanda, hay una mujer que sabe más acerca del pasado de Máxima Zorreguieta Cerruti que la misma Máxima. Hace dos años, Analía Montórfano, genealogista, con el aval de la familia, se dedicó a averiguar sobre todos los ancestros maternos de la que será la primera argentina en convertirse en monarca gracias a la abdicación del trono de la reina Beatriz de Holanda a favor de su hijo, Guillermo Alejandro, casado con Zorreguieta.
La próxima soberana proviene de una típica familia argentina, mezcla de sangre italiana, francesa y vasca, de la que varios datos llaman la atención: en los Cerruti, la medicina se transmitió casi como un mandato familiar; las mujeres estudiaron libremente y algunas, como Esther Cerruti, fueron capaces de divorciarse y volverse a casar a pesar de transitar las primeras décadas de 1900. Una familia que se estableció en Pergamino, lugar en el que sus ancestros todavía son recordados.
"Saber de nuestros antepasados es revivirlos, reescribirlos y sacarlos del olvido. Es una manera de entender las relaciones que nos permitieron existir", dice Montórfano, miembro correspondiente del Instituto Argentino de Ciencias Genealógicas y quien ha dedicado los dos últimos años a este estudio. "Empecé indagando sobre mi pasado suizo francés y ahora cada investigación la tomo como si se tratara de mi familia", cuenta.
Para los genealogistas la investigación de los ancestros de una persona se convierte en su propia vida. Es como un vicio que se alimenta de información que durmió por años en archivos, que estuvo durante siglos esperando ser encontrada en escuelas, puertos, hospitales, escribanías o iglesias de cualquier parte del mundo. "Son documentos que tocaron, firmaron y vieron nuestros ancestros y que ahora podemos evidenciar nosotros. Es una especie de conexión que no se puede explicar", dice la investigadora.
Para armar el rompecabezas de la historia familiar materna de Máxima -la línea de los Zorreguieta ha sido objeto de otros estudios-, Montórfano recurrió a los recuerdos en forma de relatos contados desde Rosario y a retazos por Esther Cerruti, de 90 años, hija de Tomás Cerruti, el hermano de Santiago Anastasio Cerruti, el bisabuelo de Máxima. Esther le ofrecía algunas pistas por las cuales empezar a recolectar la información. "Nuestras herramientas y punto de partida son las actas de nacimiento, matrimonio y defunción. De todas formas, con la familia de Máxima tuve la suerte de hablar con familiares abiertos a contar acerca de su pasado", comentó.

Mapa familiar

La familia Cerruti llegó a la Argentina desde Génova a partir de 1850. El primero en llegar fue Giacomo Cerruti, el tatarabuelo de María del Carmen Cerruti Carricart, madre de Máxima, y luego arribaron varios de sus hermanos. Giacomo, que posteriormente castellanizó su nombre como Santiago, era negociante y rentista. Llegó el 17 de febrero de 1850 y se estableció en San Nicolás de los Arroyos, donde se casó con Rita Ponce de León, con quien tuvo 4 hijos: Santiago, fallecido al año y medio, Rita, Tomás y Santiago Anastasio, el bisabuelo de Máxima.
San Nicolás era en 1869 la segunda ciudad de la provincia de Buenos Aires con un puerto de cierta importancia. Allí, los Cerruti tenían una casa que en ese entonces costaba cerca de 100.000 pesos y una isla en el Delta, que conservaría su hijo Tomás, quien la llamó isla Laura. El párroco de San Nicolás, Bartolomeo Cerruti, era el hermano de Santiago (Giacomo). En 1883 Santiago y Rita se trasladaron a Chiavari, Liguria, Italia, donde vivieron cinco años junto a sus tres hijos y a Simón Lucero, un sirviente de origen africano, al que apreciaban como a un miembro más de la familia. Regresaron a Argentina el 5 de julio de 1888.
"A la memoria de mi padre. A mi madre. A mi hermana. A mi colega y hermano Tomás Cerruti", reza la tesis doctoral de Santiago Anastasio, hijo de Giacomo, quien se recibió en 1896 con mención honorífica como médico. En el acta de matrimonio que Montórfano consiguió y que se conserva en la iglesia Nuestra Señora de la Merced, consta que dos años después de graduarse Santiago se casó con María de Las Mercedes de Sautu, Mameche, con quien tuvo 9 hijos, 8 de ellos nacidos en Pergamino; entre ellos, el abuelo de Máxima, también médico, Jorge Horacio Cerruti De Sautu.
Recién casado actuó con el grado de teniente primero como cirujano del Ejército Argentino y por este trabajo estuvo radicado en la ciudad de Buenos Aires. En 1907 volvió definitivamente a Pergamino donde llegó a ser director del hospital San José.
Jorge Horacio, el hijo número 6 de la pareja, nació en 1911 y se convirtió como su padre en médico anestesiólogo y hacendado en Pergamino. Se casó con María Del Carmen Carricart Cieza, la abuela de la actual princesa de Holanda. Los Carricart, de origen vascofrancés, provienen de la pequeña población de Ainharp, Mauleon, en los Pirineos atlánticos.
En la investigación se descubrió un nexo inesperado. Según los documentos, la tatarabuela de Máxima, Ana (Juana) Etchart Idiart, es hermana del bisabuelo de Fernando Bravo, Arnaud Etchart Idiart, o Arnaud Etchart dit Begorre. Es decir, que al menos en documentos históricos, la Princesa y el periodista se pueden considerar primos lejanos.
"Analía hizo un trabajo de investigación admirable. Siempre este tipo de búsquedas te llevan a límites insospechados. Este fue uno de ellos, pues yo no sabía de la cercanía en el tiempo y parentesco con la familia de Máxima. Fue una sorpresa", dijo Bravo. "No he tenido ningún contacto y lo atesoro como una anécdota más de las muchas que me deparo saber de mis antepasados", agregó.
El impulsor de esta investigación fue Juan Zorreguieta, el hermano menor de Máxima, quien ahora está en Europa. "Es realmente muy interesante la investigación, sobre todo por los datos sobre las vidas y profesiones de nuestros antepasados", dijo. ¿Está Máxima al tanto de este estudio? En principio, no: "Acabo de ver la investigación y no se la he enviado a nadie aún", cuenta.
Los resultados de la investigación serán públicos en el próximo Congreso Internacional de Genealogía en Salt Lake City en octubre, pero la intención de completar mayor información de esta familia seguirá en marcha. "La genealogía es un estudio que no acaba, siempre hubo alguien antes del que queremos saber más y más", concluye Montórfano.
E n Argentina, a miles de kilómetros de la próxima reina de Holanda, hay una mujer que sabe más acerca del pasado de Máxima Zorreguieta Cerruti que la misma Máxima. Hace dos años, Analía Montórfano, genealogista, con el aval de la familia, se dedicó a averiguar sobre todos los ancestros maternos de la que será la primera argentina en convertirse en monarca gracias a la abdicación del trono de la reina Beatriz de Holanda en favor de su hijo, Guillermo Alejandro, casado con Zorreguieta.
La próxima soberana proviene de una típica familia argentina, mezcla de sangre italiana, francesa y vasca, de la que varios datos llaman la atención: en los Cerruti, la medicina se transmitió casi como un mandato familiar; las mujeres estudiaron libremente y algunas, como Esther Cerruti, fueron capaces de divorciarse y volverse a casar a pesar de transitar las primeras décadas de 1900. Una familia que se estableció en Pergamino, lugar en el que sus ancestros todavía son recordados.
"Saber de nuestros antepasados es revivirlos, reescribirlos y sacarlos del olvido. Es una manera de entender las relaciones que nos permitieron existir", dice Montórfano, miembro correspondiente del Instituto Argentino de Ciencias Genealógicas y quien ha dedicado los dos últimos años a este estudio. "Empecé indagando sobre mi pasado suizo francés y ahora cada investigación la tomo como si se tratara de mi familia", cuenta.
Para los genealogistas la investigación de los ancestros de una persona se convierte en su propia vida. Es como un vicio que se alimenta de información que durmió por años en archivos, que estuvo durante siglos esperando ser encontrada en escuelas, puertos, hospitales, escribanías o iglesias de cualquier parte del mundo. "Son documentos que tocaron, firmaron y vieron nuestros ancestros y que ahora podemos evidenciar nosotros. Es una especie de conexión que no se puede explicar", dice la investigadora.
Para armar el rompecabezas de la historia familiar materna de Máxima -la línea de los Zorreguieta ha sido objeto de otros estudios-, Montórfano recurrió a los recuerdos en forma de relatos contados desde Rosario y a retazos por Esther Cerruti, de 90 años, hija de Tomás Cerruti, el hermano de Santiago Anastasio Cerruti, el bisabuelo de Máxima. Esther le ofrecía algunas pistas por las cuales empezar a recolectar la información. "Nuestras herramientas y punto de partida son las actas de nacimiento, matrimonio y defunción. De todas formas, con la familia de Máxima tuve la suerte de hablar con familiares abiertos a contar acerca de su pasado", comentó.
La familia Cerruti llegó a la Argentina desde Génova a partir de 1850. El primero en llegar fue Giacomo Cerruti, el tatarabuelo de María del Carmen Cerruti Carricart, madre de Máxima, y luego arribaron varios de sus hermanos. Giacomo, que posteriormente castellanizó su nombre como Santiago, era negociante y rentista. Llegó el 17 de febrero de 1850 y se estableció en San Nicolás de los Arroyos, donde se casó con Rita Ponce de León, con quien tuvo 4 hijos: Santiago, fallecido al año y medio, Rita, Tomás y Santiago Anastasio, el bisabuelo de Máxima.
San Nicolás era en 1869 la segunda ciudad de la provincia de Buenos Aires con un puerto de cierta importancia. Allí, los Cerruti tenían una casa que en ese entonces costaba cerca de 100.000 pesos y una isla en el Delta, que conservaría su hijo Tomás, quien la llamó isla Laura. El párroco de San Nicolás, Bartolomeo Cerruti, era el hermano de Santiago (Giacomo). En 1883 Santiago y Rita se trasladaron a Chiavari, Liguria, Italia, donde vivieron cinco años junto a sus tres hijos y a Simón Lucero, un sirviente de origen africano, al que apreciaban como a un miembro más de la familia. Regresaron a la Argentina el 5 de julio de 1888.

Huellas familiares

"A la memoria de mi padre. A mi madre. A mi hermana. A mi colega y hermano Tomás Cerruti", reza la tesis doctoral de Santiago Anastasio, hijo de Giacomo, quien se recibió en 1896 con mención honorífica como médico. En el acta de matrimonio que Montórfano consiguió y que se conserva en la iglesia Nuestra Señora de la Merced, consta que dos años después de graduarse Santiago se casó con María de las Mercedes de Sautu, Mameche, con quien tuvo 9 hijos, 8 de ellos nacidos en Pergamino; entre ellos, el abuelo de Máxima, también médico, Jorge Horacio Cerruti De Sautu.
Recién casado actuó con el grado de teniente primero como cirujano del Ejército Argentino y por este trabajo estuvo radicado en la ciudad de Buenos Aires. En 1907 volvió definitivamente a Pergamino, donde llegó a ser director del hospital San José.
Jorge Horacio, el hijo número 6 de la pareja, nació en 1911 y se convirtió como su padre en médico anestesiólogo y hacendado en Pergamino. Se casó con María del Carmen Carricart Cieza, la abuela de la actual princesa de Holanda. Los Carricart, de origen vascofrancés, provienen de la pequeña población de Ainharp, Mauleon, en los Pirineos atlánticos.
En la investigación se descubrió un nexo inesperado. Según los documentos, la tatarabuela de Máxima, Ana (Juana) Etchart Idiart, es hermana del bisabuelo de Fernando Bravo, Arnaud Etchart Idiart, o Arnaud Etchart dit Begorre. Es decir, que al menos en documentos históricos, la princesa y el periodista se pueden considerar primos lejanos.
"Analía hizo un trabajo de investigación admirable. Siempre este tipo de búsquedas te llevan a límites insospechados. Éste fue uno de ellos, pues yo no sabía de la cercanía en el tiempo y parentesco con la familia de Máxima. Fue una sorpresa", dijo Bravo. "No he tenido ningún contacto y lo atesoro como una anécdota más de las muchas que me deparó saber de mis antepasados", agregó.
El impulsor de esta investigación fue Juan Zorreguieta, el hermano menor de Máxima, quien ahora está en Europa. "Es realmente muy interesante la investigación, sobre todo por los datos sobre las vidas y profesiones de nuestros antepasados", dijo. ¿Está Máxima al tanto de este estudio? En principio, no: "Acabo de ver la investigación y no se la he enviado a nadie aún", cuenta.
Los resultados de la investigación serán públicos en el próximo Congreso Internacional de Genealogía, en Salt Lake City, en octubre, pero la intención de completar mayor información de esta familia seguirá en marcha. "La genealogía es un estudio que no acaba, siempre hubo alguien antes del que queremos saber más y más", concluye Montórfano..

Fuente:
Por Carolina Castillo Marin  | Para LA NACION

domingo, marzo 24