Un documento con la supuesta caligrafía de Miguel de Cervantes, descubierto en el colegio de los jesuitas de Monterrey y que se conserva en la Real Academia de la Historia (RAH), en Madrid, abre nuevas incógnitas sobre el origen del autor del Quijote, que analiza el investigador español César Brandariz en su nueva obra El hombre que “hablaba difícil”.
¿QUIÉN ERA REALMENTE CERVANTES?
El volumen, de Ézaro Ediciones, lleva por subtítulo “Primer siglo y cuarto de ignorancia biográfica y tres siguientes de error histórico (1616-2010)”, y en él el autor sostiene que el escritor no nació en Alcalá de Henares, sino que procede de una aldea o lugar denominada Cervantes, en las montañas de León de Sanabria, una zona a caballo entre Galicia, León y Portugal. Igualmente, afirma que Cervantes habría estudiado en el colegio de los jesuitas de Monterrey y que el origen remoto del apellido Cervantes es Lugo.
En cuanto al documento de Monterrey, Brandariz asegura que “contiene dos grandísimas sorpresas, la primera que entre los redactores, sean copistas o autores, hay distintas caligrafías, se escribe no sólo en castellano, sino también en portugués y latín y una de esas caligrafías resulta, una vez cotejada, ser la de Miguel de Cervantes Saavedra”.
“Se trata de una égloga, del puño y letra de Cervantes, en la que cuenta que está sentado en lo alto de una peña en Monterrey y que ve cómo los portugueses vacían Chaves en peregrinación hacia la ermita de los Remedios”, cuenta Brandariz. “En las partes en latín, el redactor firma Sanabrius y en las escritas en castellano y portugués, Sanabrio. En esta égloga, también habla de sus compañeros de colegio, que son los pastores protagonistas, a quienes denomina por su lugar de origen, como hace con Sanabrio. Cotejé la letra y es la de Cervantes”.
Brandariz asegura que, aunque el escrito alude a la juventud del autor, “casi con seguridad fue escrito durante su cautiverio en Argel”, pues tanto la letra como la redacción “son de un hombre maduro. Durante su cautiverio, se entretenía escribiendo canciones a la Virgen, entre otros escritos”.
En el libro, Brandariz recoge su análisis sobre la gramática, morfología y sintaxis de Cervantes, “que no son las que nos han enseñado ni la de los otros escritores del Siglo de Oro. La colocación de los sufijos, la construcción de los verbos, el hipérbaton, los anacolutos cervantinos, son absolutamente peculiares del dialecto leonés influido por el gallego-portugués”, insiste el autor.
El volumen, de Ézaro Ediciones, lleva por subtítulo “Primer siglo y cuarto de ignorancia biográfica y tres siguientes de error histórico (1616-2010)”, y en él el autor sostiene que el escritor no nació en Alcalá de Henares, sino que procede de una aldea o lugar denominada Cervantes, en las montañas de León de Sanabria, una zona a caballo entre Galicia, León y Portugal. Igualmente, afirma que Cervantes habría estudiado en el colegio de los jesuitas de Monterrey y que el origen remoto del apellido Cervantes es Lugo.
En cuanto al documento de Monterrey, Brandariz asegura que “contiene dos grandísimas sorpresas, la primera que entre los redactores, sean copistas o autores, hay distintas caligrafías, se escribe no sólo en castellano, sino también en portugués y latín y una de esas caligrafías resulta, una vez cotejada, ser la de Miguel de Cervantes Saavedra”.
“Se trata de una égloga, del puño y letra de Cervantes, en la que cuenta que está sentado en lo alto de una peña en Monterrey y que ve cómo los portugueses vacían Chaves en peregrinación hacia la ermita de los Remedios”, cuenta Brandariz. “En las partes en latín, el redactor firma Sanabrius y en las escritas en castellano y portugués, Sanabrio. En esta égloga, también habla de sus compañeros de colegio, que son los pastores protagonistas, a quienes denomina por su lugar de origen, como hace con Sanabrio. Cotejé la letra y es la de Cervantes”.
Brandariz asegura que, aunque el escrito alude a la juventud del autor, “casi con seguridad fue escrito durante su cautiverio en Argel”, pues tanto la letra como la redacción “son de un hombre maduro. Durante su cautiverio, se entretenía escribiendo canciones a la Virgen, entre otros escritos”.
En el libro, Brandariz recoge su análisis sobre la gramática, morfología y sintaxis de Cervantes, “que no son las que nos han enseñado ni la de los otros escritores del Siglo de Oro. La colocación de los sufijos, la construcción de los verbos, el hipérbaton, los anacolutos cervantinos, son absolutamente peculiares del dialecto leonés influido por el gallego-portugués”, insiste el autor.