Hasta un 70 por ciento de los varones británicos y españoles y la mitad de los de Europa están emparentados con el faraón egipcio Tutankamón, según un grupo de genetistas en Suiza. El centro de genealogía iGENEA, de Zurich, ha reconstruido el perfil de ADN del faraón que llegó al trono a los nueve años, de su padre Akenatón y de su abuelo Amenhotep III, basándose en una película realizada para Discovery Channel.
Los resultados mostraron que Tutankamón pertenecía a un perfil genético conocido como haplogrupo R1b1a2, al que pertenecen más de un 50% de los varones de Europa occidental, lo que indica que comparten un ancestro común. Curiosamente este haplogrupo constituye menos de un 1% los egipcios actuales, según iGENEA.
"Fue muy interesante descubrir que pertenecía a un grupo genético que se da en Europa. Había muchos posibles grupos en Egipto al que podría pertenecer el ADN", ha señalado Roman Scholz, director del centro iGENEA.
Alrededor de un 70 por ciento de los españoles y un 60 por ciento de los franceses también pertenecen al grupo genético del faraón que gobernó Egipto hace más de 3.000 años.
"Creemos que el ancestro común vivía en el Cáucaso hace unos 9.500 años", explica Scholz. El investigador estima que la migración más temprana del haplogrupo R1b1a2 a Europa comenzó con la expansión de la agricultura en el 7.000 antes de Cristo.
Los genetistas, sin embargo, no tienen claro cómo el linaje llegó a Egipto desde su región de origen.
Una leyenda
Tutankamón no fue un faraón notable ni conocido en épocas antiguas; el tamaño relativamente pequeño de su tumba (KV62) fue la razón de que no fuera descubierta hasta el siglo XX.[5] Howard Carter la encontró intacta en 1922. Su descubrimiento y los tesoros encontrados en ella tuvieron cobertura mundial en la prensa y renovaron el interés del público por el Antiguo Egipto, convirtiéndose la máscara funeraria del faraón en la imagen más popular.
Si bien formalmente se define que la Dinastía XVIII finaliza con el reinado de Horemheb, se puede afirmar con un alto grado de certeza que el joven Tutankamón fue el último faraón de sangre real de la dinastía. Ascendió al trono después del periodo de Amarna y devolvió a los sacerdotes de Amón la influencia y el poder que habían poseído antes de la revolución religiosa y política de Ajenatón. Durante su corto reinado estuvo en manos de Ay y Horemheb, que se repartieron el poder: Ay administró Egipto y Horemheb manejó el ejército.
Su reinado se caracterizó por un retorno a la normalidad en el plano socio-religioso después del interludio protagonizado por Ajenatón. Dicho retorno fue paulatino, restaurando el culto en los templos abandonados de dioses como Amón, Osiris o Ptah, y permitiendo la celebración de los ritos pertinentes.
El hallazgo de su tumba, casi intacta, supuso una aportación fundamental para la comprensión de la historia y cultura egipcia. Posibilitó sacar a la luz una cantidad apreciable de joyas, muebles, armas y variados utensilios, aportando una información fundamental que permitió ampliar el conocimiento de la civilización egipcia, y ahora europea.
El centro está empleando ahora pruebas de ADN para buscar los parientes vivos más cercanos del faraón niño. "Sólo se ha publicitado durante tres días, pero hemos visto mucho interés", añadió Scholz.
Fuente: El Mundo
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